Sigamos con las tribus lingüísticas

Un símbolo de la justicia. / Pixabay
Un símbolo de la justicia. / Pixabay

Hoy la tribu jurídico-administrativa.

Sigamos con las tribus lingüísticas

Prometí hablar de otras tribus lingüísticas, y lo hago ahora, para olvidar durante algún tiempo las cansinas y tristes tensiones políticas que estamos padeciendo. Me sentiría feliz si fuera capaz de arrancarles una sonrisa, en esta ocasión con el lenguaje de la tribu jurídico-administrativa.

Se ha generalizado el uso de siglas en aras de la economía lingüística, que a mí me producen una sensación combinada de ignorancia y ansiedad. ¿Quién es capaz de memorizar su significado? LSD, DNA, DIA, CIA, KGB, DDT, JUJEM, G-20, G-7, ERTE, ERE, LOE; JEMAD, y tantas otras.

No me resisto a incluir el condado de FENOSA, cuyo significado real es condado de Fuerzas Eléctricas del Noroeste Sociedad Anónima, si bien, en un discurso protocolario y de encendido fervor en recuerdo a don Pedro Barrié de la Maza, titular del condado, se le atribuyó el significado de Conde de A nosa Fe.

La terminología jurídica es difícil de comprender para un profano: Otro sí digo, diga como es cierto que Vd. el día... agredió a…, reaperturar, peticionar, causídico, resultando, considerando... Añadamos los “latines” para dar misterio a la cosa: ut supra, in claris non fit interpretatio, iuris et de iure, pro solvendo, nomen iuris, in dubio pro reo, rectius o rebus sic stantibus.

En las sentencias son habituales las frases largas, con abuso de las subordinadas, escasa puntuación, alteración frecuente del orden natural de las palabras, errores de concordancia y el cierre clásico: “Así, por esta mi sentencia, definitivamente juzgando, lo pronuncio, mando y firmo”, o “… debo condenar y condeno…”.

Esta forma de expresarse resulta más sorprendente al leer el Libro Blanco sobre la Justicia, en el que se sugiere el uso de un “... lenguaje claro y preciso, de forma que pueda comprenderse sin dificultad”, así como prescindir del “lenguaje críptico y oscuro”.

Un ministro de Justicia dijo muy oportunamente que “Una justicia que no se comprende, difícilmente puede ser entendida como Justicia.”

En el lenguaje administrativo son frecuentes los gerundios utilizados inadecuadamente: orden nombrando, decreto disponiendo, en vez de por la que se nombra o decreto que dispone.

Se abusa de palabras y expresiones cuyo uso ha decaído en el lenguaje habitual: debitorio, proveído, pedimento, por ante mí el Secretario, elevar un escrito….

También en las escrituras notariales se ven expresiones llamativas: dueños por terceras e inteligentes partes, dueños por mitad e iguales partes, declarado heredero a medio de… la calendada escritura, el infrascrito notario -cuando su nombre no figura infra sino supra.

Los escritos de índole fiscal suelen estar redactados en un lenguaje amenazador y conminatorio, que produce sobresalto: notifíquese, cítese, trasládese, absténgase, le pararán los perjuicios a que haya lugar, …

He visto expresiones incorrectas o improcedentes en libros de texto: bulling, cuando existe la palabra acoso; webquest, por no decir estrategia didáctica con apoyo en internet, y otros anglicismos -no anglicanismo, como dijo una ministra- muy frecuentes

Naturalmente, como dice el refrán, el mejor notario hecha un borrón.

Pero hemos de convenir que hablamos mal, a todos los niveles, lo que supone despreciar una de las herramientas más importantes de la comunicación. Seguramente las series de televisión y la colonización del mundo sajón tienen mucho que ver con la cuestión; sin olvidar que hoy predomina la imagen sobre la palabra .@mundiario

 

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