Una sabrosa escapada a Porto para rememorar y degustar el clásico 'bacalhau'

Con ganas de probar cada una de las 13 Estrellas Michelín gallegas, sobre todo las que aún no he tenido el gusto, permitidme recomendaros una visita a nuestros vecinos portugueses.

Una sabrosa escapada a Porto para rememorar y degustar el clásico 'bacalhau'

Con ganas de probar cada una de las 13 Estrellas Michelín gallegas, sobre todo las que aún no he tenido el gusto, permitidme recomendaros una visita a nuestros vecinos portugueses. La proximidad del puente de la Constitución y mis dos últimas escapadas a Portugal me han animado a compartirlas en taste, eat & enjoy por si os apetece probar.

Las dos fugaces aunque tremendamente intensas, por emociones vividas. Especialmente emotiva fue la del puente de noviembre. Tras el disgusto de mi abuela al enterarse de que la habíamos “secuestrado” para llevarla a Portugal, el placer de verla revivir nuestros viajes al país vecino hizo desaparecer cada una de las múltiples quejas de salud (propias de sus 90 años) que soltó en el camino de ida, con la intención de que nos apiadásemos de ella y diésemos la vuelta. Como la conocemos muy bien, le hicimos el caso justo.

Visita a Valença do Minho, Portugal

Anhelamos Portugal. En mi caso, anhelo aquellos viajes que habitualmente hacíamos de pequeños al país vecino con nuestros padres, abuelos, tíos y demás familia. Una familia que consideraba Portugal como una especie de centro comercial un poco alejado más que un país diferente… los divertidos momentos que pasábamos en la frontera nos situaban en el extranjero.

El gracioso nerviosismo de mi padre cada vez que la policía le preguntaba si tenía algo que declarar entretenía cada vuelta a casa. No era para menos, mi madre le cargaba el coche de ‘artículos que declarar’ y él tenía que defender en la aduana que eran pequeños regalos para la familia. ¡Momentos! A pesar de que volvíamos cargados de toallas, sábanas, vajillas y todo lo que había que declarar en la frontera, todos sabíamos que el principal motivo de aquellas excursiones era el bacalao.

Por desgracia hay momentos que no se pueden repetir, pero por fortuna sí hay emociones y sabores que se pueden recuperar

Por desgracia hay momentos que no se pueden repetir, pero por fortuna sí hay emociones y sabores que se pueden recuperar. Y eso hice los primeros días de enero de este 2015, año en el que, por cierto, estoy recuperando muchas sensaciones dormidas.

La ciudad elegida fue Porto, nos quedaba de camino a casa desde Hacienda Zorita, en Salamanca…bueno, había que desviarse un poco, pero sabíamos que merecería la pena. Además, después de catar el Ribera del Duero de @thehaciendas_ES también el Ribeira do Douro merecía su oportunidad.

Vista del Puente Don Luis I desde el restaurante

Encontramos el sitio perfecto. ODE Porto Wine House, en la Ribeira, un lugar mágico.

Queríamos hacerlo, pero nos reafirmamos al leerlo en la cuartilla que nos entregó el atento y súper profesional camarero que nos atendió “Por favor, pare o relógio. Disfrute”…ya nos habían ganado para la causa! Cocinar lentamente, con productos naturales, y con amor, mucho amor…como hacía su abuela, como hacía mi abuela. Estábamos en el restaurante ideal. Seguíamos suponiéndolo con el detalle del original cocktail de bienvenida y el platito para el corcho del vino que me cautivó…una es así, pequeños detalles bastan para hacer que me sienta en la gloria.

Los sabrosos platos que degustamos lo corroboraron, escabeche de ovas de bacalhau y covilhete de Vila Real com cogumelos frescos. Y por supuesto, el protagonista, el bacalhau:

Bacalhau en ODE Wine House

Los que conocéis la gastronomía portuguesa, sabréis que no es una presentación habitual de un plato de bacalhau, parece poco comparado con las raciones que a mi madre le gusta comer en el país vecino, como esta otra:

Bacalhau estilo de la casa

Pero estaba tan increíblemente delicioso que le prometimos a Cristovao volver a su restaurante en compañía de mi madre -la experta en bacalhau– para que ella lo probase y pudiera constatar la calidad de este entrañable y acogedor lugar.

Por supuesto, no faltaron los queijos, mi postre favorito. Estos si que me supieron a poco, pero para una cena, por cierto, la noche de Reyes, tampoco estuvo nada mal. @tasteat&enjoy

 

 

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