Las residencias de mayores advierten de su fragilidad ante la nueva oleada de coronavirus

Residencia de mayores en Madrid. / Pixabay
Residencia de mayores en Madrid. / Pixabay

Durante la primera semana de abril, la letalidad era del 30% para los mayores de 80 años en términos generales, no solo en residencias. Del 21 al 27 de julio bajó al 5,4%, de acuerdo con el Ministerio de Sanidad.

Las residencias de mayores advierten de su fragilidad ante la nueva oleada de coronavirus

Las residencias de mayores fueron el epicentro de la primera escalada de la pandemia, miles de abuelos perdieron sus vidas en la primera oleada del coronavirus. Ahora,  las autoridades de estos centros, frente a los rebrotes advierten de que no están preparados para atender la demanda, en caso de presentarse recrudecimiento de casos.

Actualmente, los trabajadores que los atienden no pueden guardar la distancia de seguridad, es inconcebible evitar el contacto físico entre los trabajadores y los ancianos e inevitable que los centros sigan conectados con el resto de la comunidad.


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Para los expertos el riesgo cero no existe en estas instituciones y la clave es blindarlos, pero cómo se hace este trabajo, es el gran dilema. “Las residencias no son hospitales, en ellas se vive de manera social. Y por mucho que se mantengan las distancias, la higiene y se lleven mascarillas, no todos los residentes la aguantan, hay enfermedades respiratorias que las hacen incompatibles”, opina Susana Ruiz, miembro de la junta directiva de la Federación Lares, patronal que agrupa a un millar de centros de entidades sin ánimo de lucro.

Los rebrotes mantiene en alerta a las autoridades; el Ministerio de Sanidad reconoce el aumento de los casos en los centros, con cerca de 1.200 contagios, según sus datos. Aragón (563) y Cataluña (362, a 6 de agosto) tienen las peores cifras, según datos autonómicos.

Frente a esto y ante la fragilidad de los mayores, el ministerio y las comunidades acordaron el viernes limitar al máximo las salidas de los ancianos de los centros, restringir las visitas a un familiar y una hora al día (a excepción de quienes estén al final de su vida), y hacer pruebas PCR a las personas que ingresen, así como a los trabajadores nuevos o que vuelvan de vacaciones.

Manuel Cervantes, jefe del servicio de enfermedades infecciosas del hospital Parc Taulí de Sabadell, la única forma de ganar tiempo es “ir a buscar el virus en mayores con pocos síntomas en las poblaciones donde crece mucho la incidencia”, según recoge El País. Por su parte, en Aragón, su presidente, Javier Lambán, ha pedido a los trabajadores que extremen la precaución y ha reconocido que los centros más expuestos son los que no tuvieron casos la primera oleada, pero no se plantean test periódicos.

En Castilla-La Mancha realizan pruebas a todos los empleados, y La Rioja iniciará un nuevo cribado a residentes y trabajadores en septiembre. En resumen, cada comunidad debe resolver sobre la marcha, cada centro debe establecer su plan de contingencia. Durante la primera semana de abril, la letalidad era del 30% para los mayores de 80 años en términos generales, no solo en residencias. Del 21 al 27 de julio bajó al 5,4%, de acuerdo con el Ministerio de Sanidad. @mundiario

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