Paul Auster bucea por cuarta vez en su niñez y juventud vivida

Informe interior, de Paul Auster, Editorial Anagrama. Panorama de narrativas
Informe interior, de Paul Auster, Editorial Anagrama. Panorama de narrativas.

Algo lejos de ser una excelente creación literaria informe interior, Paul Auster muestra a modo de entreacto el sabor de su escritura siempre discordante e independiente de toda sumisión.

Paul Auster bucea por cuarta vez en su niñez y juventud vivida

Confieso que no soy que un fan de Paul Auster, aunque si un asiduo lector y critico literario de su obra al la que le vengo dedicando reseñas, artículos y crónicas. Un seguimiento en distintos medios sobre sus novelas y biografía personal, esta que en fechas recientes nos ofrece otro capítulo de su vida (Anagrama), esta vez desde su niñez hasta las inquietudes de un despierto joven que lucha y sueña con llegar a ser escritor y no de los segundones. De eso tratan las doscientas y pico de páginas de historia personal más un curioso álbum de fotografías con pie de fotos, variado abanico, que nos recrea puentes, calles y personajes a modo de testigos, apoyos que desfilan en su narración como testigo en vida.

Debo confesar que he leído con el interés algo forzado este espacio de su memoria tras sus treinta años de oficio de altura literaria. Por voluntad propia e independiente a igual que gran parte de su obra he terminado su lectura, Y sin llegar a la decepción, siento manifestar que he leído este espacio de vida de su niñez y adolescencia con compromiso y voluntad a la vez, una parte de ella con cierto esfuerzo y sentimiento, pero cuán lejos queda de la Trilogía de Nueva York, Brooklin Follies, Un hombre en la oscuridad y oras novelas que, si no de gran altura, su contenido, dejaba sabor y calidad literaria.

Y me confirmo a mí mismo estar seguro que al buen lector seguidor de la obra de este maestro de la narrativa norteamericana, sacará producto a la historia que cuenta, un cierto sabor, igual que el buen aficionado al “Cante Hondo” saborea, un deje, del “quejío” al maestro con perdones. Pero, ¿Qué hacer? con los que se acercan por primera vez al autor? No voy a promocionar como ejemplo a Lenin con la que está cayendo, pero no olvidemos que a los nuevos lectores hay que cuidarlos, mostrarle las virtudes del maestro. Auster tiene las mejores probidades en su obra. Mostrémoselas. Pero que lejanía a veces del gran Auster. Y uno se pregunta: ¿Existe esta necesidad imperiosa tras treinta años de vida literaria con sus valores reconocidos? ¿La necesidad de tener que publicar una obra por año?. ¿Qué necesidad imperiosa se lo impone?

Y me sorprende por sus propios personajes, aunque de ficción en parte, poseedores de una notabilidad ganada a pulso, dado su sudado protagonismo literario dentro y fuera de la ficción, que les ha donado el propio autor desde su indiscutible personalidad no se hayan revelado. Más no han podido por ser el propio Auster el único personaje en esta innecesaria ampliación de su ya conocida autobiografía. Por que el buen lector sabe, por experiencias de lecturas, como son muchas las ocasiones, que de igual manera a veces el autor tiene necesidad de buscar a sus personajes, en otras ocasiones son los propios protagonistas, lo que se revelan contra el autor hasta conseguir el verdadero espacio y protagonismo que los propios personajes consideren.

Si a las tres va la vencía, en esta cuarta salida con su Informe interior de niñez y adolescencia el contenido resulta de discutida calidad, visto como una continuación desmejorada al anterior Diario de invierno. Sin embargo, “quien tuvo retuvo” y el Auster que atrapa con la escritura tiene toques de maestría en este resto biográfico: “Al principio todo esteba vivo. Los objetos más pequeños estaban dotados de corazones palpitantes, y hasta las nubes tenían nombres. Las tijeras caminaban, los teléfonos y cafeteras eran primos hermanos, ojos y gafas hermanos” Un niño que con nueve años queda prendado de Edgar Allan Poe: “Poe era un escritor demasiado florido y complejo par que lo entendiera tu cerebro de nueve años, pero aunque sólo comprendías una pequeña parte de lo que leías, te encantaba el sonido de aquellas palabras en tu cabeza, el espesor del lenguaje, la exótica melancolía que empapaba La largas y barrocas frases de Poe”.

Los recuerdos de niñez se van desarrollando en este rompecabezas de cuatro partes independientes unas de otras, aunque sobre la historia recordada de un exclusivo protagonista, que vive siendo un niño que sufre e interpreta desde esa edad lo que puede significar una familia rota por el divorcio, la estancia y relaciones en la escuela. Ese momento tan importante y el papel a jugar en su obra, tener conocimiento que era de origen judío, aunque no practicante por tu familia por que: “En casa no se practicaba ritual alguno, ni cenas de Sabbath, ni velas encendidas, ni visita a la sinagoga en las fiestas de guardar, ni mucho menos en ningún viernes por la noche ni sábado por la mañana del año, y en tu presencia tampoco se pronunció una sola palabra en hebreo” Todo un ejemplo de la heterodoxia manifiesta en el conjunto de su obra.

Aunque la presentación de Informe interior se señala que no es una obra literaria propiamente dicha, inevitablemente esto resulta muy difícil en un autor de tal categoría todo literatura de por vida. Así lo manifiesta contándonos dos películas de calidad una vez que los padres lo llevaron al cine: El increíble hombre menguante y Soy un fugitivo. Dos películas que por el emotivo y tenso espacio que le dedica contándolas a su manera le sale su maestría, dotándolas de vida propia y capacidad narrativa, que, desde mi criterio, llena de vida literaria niñez y adolescencia.

Comentarios