La morriña inversa... ¿Existe? ¡Ojo, que la preguntita tiene mucha miga!

¿Es la morriña patrimonio exclusivo de los gallegos?
¿Es la morriña patrimonio exclusivo de los gallegos?

¿La morriña es patrimonio exclusivo de los gallegos? Un hostelero inquieto, madrileño de nacimiento y gallego de adopción se pregunta si tan galaico sentimiento es una callle de sentido único o la mismísima A-6.

La morriña inversa... ¿Existe? ¡Ojo, que la preguntita tiene mucha miga!

Hace ahora exactamente una década que cambié el Chinchón por el Orujo, y no me refiero a ninguna variación en mis hábitos de sobremesa. Por circunstancias de la caprichosa existencia abandoné la incomparable plaza de mi pueblo madrileño, para subirme, bueno, más bien bajarme, ya que 'la muy noble y muy leal ciudad de Chinchón' está a 753 metros sobre el nivel del mar, a un rincón de estas maravillosas Rías Altas.

Hostelero 'de sangre' y emprendedor por necesidad, me instalé junto a mi mujer, que es la artífice de que la magia de las fraguas nutra los platos, en un bucólico molino que descansa sobre un alegre riachuelo muy cercano a las calas de aspecto tropical que circundan la playa de Cabañas. Era un 'muiño de trigo' (es una pista).

Galicia y sus gentes nos han acogido y tratado de tal manera, que seguramente nunca se lo podremos agradecer lo suficiente; y casi siempre nos hemos sentido como en nuestra tierra. Y digo 'casi siempre' porque hay que ser honesto, y es evidente que en tantos años de convivencia a veces se producen diferencias mínimas de idiosincrasia, que, por otra parte, son las que te enriquecen culturalmente. Si todos los homínidos de diferentes hábitats fuésemos iguales, ¡pues vaya aburrimiento!

Y tras estos divertidos y enriquecedores diez años cabría preguntarse si un madrileño tiene 'morriña' de su tierra y, al ser un término tan gallego, yo he decidido llamarlo 'morriña inversa' que, de esta manera, parece hasta sacada de un estudio de alguna universidad extranjera. Pues sí, sí se tiene ese sentimiento de querer volver. Ahora bien, dependiendo de lo que haya dejado atrás cada persona, o de su fuerza mental o de sus preferencias vitales, la potencia “de morriña” es más o menos intensa.

El caso es que, nuestra etapa hostelera en el local que antes citaba ha expirado y surge entonces la gran pregunta: ¿Volvemos a bajar, perdón, a subir a la comarca matritense? ¿Qué grado de morriña inversa nos ataca? Pues bien, tengo que confesar que dicho ataque se ha producido, pero no ha sido letal. Creemos que Galicia nos va a seguir donando felicidad y trataremos de compensarlo poniendo nuestro trabajo y experiencia en un nuevo local en Culleredo, donde, con toda nuestra humildad vamos a intentar ampliar la fantástica oferta gastronómica del entorno.

Ignoro si al final, cuanto más tiempo pasemos en Galicia, tendremos más morriña inversa; o, por el contrario, sufriremos menos de esta curiosa ansiedad de terruño. Lo que está muy claro es que, de momento, nos vemos con las fuerzas suficientes y la desbordante ilusión de seguir correspondiendo y dando todo lo que esté en nuestra mano a esta tierra de bondades.

 

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