Miserable uso en las redes sociales de la impunidad del anonimato

El uso de redes sociales en los móviles va a la baja. / RR SS.
Redes sociales.

Los cobardes se esconden bajo una falsa personalidad o en el anonimato, para insultar y vejar para insultar y vejar a un joven torero muerto en la plaza.

Miserable uso en las redes sociales de la impunidad del anonimato

Una cuadrilla de miserables y cobardes, escudándose en la impunidad del anonimato o de una falsa personalidad, utilizan las redes sociales para exhibir su ira, mezquindad, frustración, odio, venganza y cuantos bajos sentimientos pueden llegar a poblar el alma del ser humano.

Un hombre joven, henchido de ilusión, se enfrenta con desiguales armas al toro, un animal bravo, elemento fundamental de una tradición española que se remonta más allá del siglo XVIII, extendida por Hispanoamérica y Francia, parte de nuestra cultura, historia, carácter  y tradición, que ha inspirado a escritores, compositores, pintores y escultores.

El animal desprecia el inocente engaño que el torero utiliza para defenderse, busca su cuerpo y lo hiere de muerte. Cualquier persona de bien ha sufrido con la imagen y con el dolor de su familia, amigos y vecinos y hasta con quienes no le conocíamos. Unos desalmados -quien no tiene alma para el bien- le insultan, se regodean con su muerte y hacen partícipes de tan deleznables sentimientos a cuantos quieran seguirles.

Con independencia de las persecución policial y judicial de quienes actúan de este modo, el asunto tiene su vertiente médica, porque es expresión de una forma de locura social, consecuencia de una determinada forma de vida, costumbres, educación.

Habría que recapacitar sobre las consecuencias que el anonimato y la consecuente impunidad tienen en las redes sociales. ¿Es libertad de expresión?; si lo es, debería perseguirse a quienes la usan para ofender, delinquir, calumniar, mentir o causar daño. Se viene haciendo una importante labor en la persecución de la pedofilia y el terrorismo a través de las redes sociales, pero hay más conductas perniciosas.

La impunidad del anonimato debe ser frenada, sobre todo si se utiliza para  provocar daño, con el fin de  evitar que se convierta en escondite de cobardes y mezquinos.

Reconozco el derecho de  aquellos a los que el espectáculo taurino ofenda o perturbe su sensibilidad, a manifestarlo y a promover su desaparición, pero quien lo haga como se ha hecho en el caso que nos ocupa, merece la condena de todos los hombres de bien, taurinos y anti taurinos.

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