La Marea y sus adláteres tienen mucho que aprender para hablar de tolerancia y respeto
Deberían empezar por conocer la actitud ejemplar de algunos laicos y republicanos ante temas religiosos.
Hablaré de un tema local que, desgraciadamente, puede suceder en cualquier otra localidad en estos tiempos de sectarismo e intolerancia.
La ciudad de A Coruña es, tal vez, una de las pocas ciudades en las que el día dedicado a su patrón, patrona en este caso, no es fiesta local. Este 7 de octubre, día de la Virgen del Rosario, los coruñeses participaron en los actos religiosos conmemorativos, entre otros: misa en la Iglesia de los Padres Dominicos, custodios de la imagen, alfombra floral ante la iglesia con la imagen de la Virgen y el escudo de la ciudad, y procesión.
A las cinco de la mañana, dos horas después de que los voluntarios finalizaran la filigrana floral, el servicio de limpieza del ayuntamiento liquidó el trabajo con profesionalidad, sin dejar resto alguno de su existencia. El mismo día 7, algún munícipe atribuyó el hecho a una equivocada interpretación por parte del servicio de limpieza.
Pocos coruñeses aceptan tan mezquina y cobarde excusa, porque recordamos la declaración de laicismo hecha por el alcalde de La Marea tan pronto tomó posesión de su cargo hace tres años. Por ello, al día siguiente del desmán, unos cientos de coruñeses se manifestaron respetuosamente en la Plaza María Pita -la casa de todos, señor alcalde- con un ramo de flores blancas en la mano, como señal de protesta por semejante desafuero.
Señores de la Marea, A Coruña tenía una historia antes de llegar ustedes al poder y seguimos sintiéndonos orgullosos de esa historia, que nos ha permitido, a ustedes y a nosotros, llegar hasta el día de hoy. Y la historia, hay que respetarla, porque pisotearla supone renunciar a lo que somos. Para nosotros sigue existiendo, porque tenemos raíces y convicciones.
Respeto que no participen en actos religiosos por sus principios y dejen vacío el asiento reservado al alcalde de la ciudad; pero no podemos tolerar que pisoteen la imagen de la patrona y nuestro escudo milenario. Es inaceptable.
Porque somos muchos los que toleramos que se manifiesten y desfilen por la ciudad caravanas con llamamientos y declaraciones que no compartimos –siempre que no ofendan al resto-, los cristianos exigimos respeto.
Hay una razón clara que explica la frecuente profanación de los símbolos cristianos, y ustedes saben cual es: sale gratis la mofa, porque el cristiano nunca responderá de la misma forma que otros lo hacen.
Termino recordándole, señor alcalde, la anécdota de uno de sus antecesores: Federico Tapia, laico y republicano. Cuando el Rey Amadeo de Saboya visitó la ciudad, hubo de acompañarle, por razones de protocolo, hasta la iglesia de San Jorge, donde el rey escucharía un Te Deum. Federico Tapia esperó en el atrio de la iglesia hasta la finalización del acto y continuó la visita con el Rey.
Un ejemplo para todos pero, sobre todo, para usted, señor alcalde de A Coruña y miembros de su Marea. @mundiario