Un expediente sancionador a Cuac FM amenaza a una emisora con 21 años de vida

Estudios de CUAC FM en A Coruña. / sabelabranco.com
Estudios de Cuac FM en A Coruña. / sabelabranco.com

Se trata de una radio comunitaria sin ánimo de lucro. ¿Es posible un orden sin sanciones astronómicas que "acongojan" a todos los que creen en la libertad e expresión?

Un expediente sancionador a Cuac FM amenaza a una emisora con 21 años de vida

"¿A quién le importa?", se pregunta en una conocida canción Alaska. Puedo responder, y respondo, que a mí, sí. Me importa, y mucho, que la Xunta de esta nuestra Galicia pueda ejecutar una sanción de unos 200.000 euros a una emisora de radio (Cuac FM) de carácter comunitario y sin ánimo de lucro que, desde hace 21 años, emite "ilegalmente" porque en el reparto del espacio radioeléctrico el gobierno galaico no tuvo a bien concederle una frecuencia de emisión en frecuencia modulada. Esta, perfectamente ajustable dadas las características de ese sistema de emisión, cubre esencialmente un punto en el dial que se pierde en cuestión de pocos kilómetros, como muy bien saben los ingenieros de la administración autonómica. Pero con el anuncio de sanción y si esta se lleva a cabo, no se pretende condenar una emisión sino el incumplimiento de una ley de comunicaciones que no deja libertad de expresión ni siquiera a aquellos dedicados e informar y entretener, lo que me hace recordar los viejos tiempos, en plena dictadura franquista, cuando entretener no eran sino los discos dedicados e informar significaba trasladar al oyente los titulares de las primeras planas de los diarios locales o, en el mejor de los casos, los de carácter regional (hoy serían autonómicos), sin que los redactores propios –cuando los había– pudieran ir más allá de un comentario en torno al tiempo, un obituario y la entrada y salida de buques, amén de las farmacias de guardia y los precios de los artículos en los mercados municipales.

¿A quién le importa, en la Xunta, que una emisora comunitaria en la que prestan servicio desinteresado un grupo de personas que no cumplen un horario de trabajo específico puedan ofrecer una radio viva, fresca, que va más allá de la crónica política, las retransmisiones deportivas, las gacetillas o cuñas comerciales y las tertulias bien pagadas en las que los participantes, además de intentar sentar cátedra, logran buenos dividendos mensuales que para sí quisieran los periodistas en activo que firman nóminas por cuatro o cinco horas cuando en realidad realizan más de ocho diariamente en radios, periódicos y estaciones de televisión?

¿Acaso el Gobierno gallego ve incumplimiento en el hecho de no disponer de una licencia  de emisión, cuando otros medios –incluidos los de la Xunta– , no se ajustan exactamente a las frecuencias y potencias de sus estaciones repetidoras en toda la geografía gallega siendo así que su cobertura territorial trasciende mucho más allá de las "fronteras" territoriales de Galicia hasta adentrarse  en territorios como los de León, Zamora, Asturias e incluso Portugal?. 

¿Molesta a alguien la existencia de esta señal radiofónica que corresponde a una emisora que inició su andadura en las ondas hertzianas como una aventura juvenil vinculada al ámbito universitario?

No sé si molesta a alguien la existencia de esta señal radiofónica que corresponde a Cuac FM, emisora que inició su andadura en las ondas hertzianas como una aventura juvenil vinculada en buena medida al ámbito universitario y que, poco a poco y gracias al esfuerzo de todos y cada uno de los integrantes de su "plantilla" fue ganando un hueco en el corazón radiofónico de los coruñeses y el hinterland de esta urbe con música, entrevistas e información muchos más controladas personalmente que cuanto hoy se "cuelga" en las redes sociales sin posibilidad alguna de que la mano que aprieta pueda ir directamente a la yugular de quien escribe o dice sin las más mínima responsabilidad.

Multar a Cuac FM al pago de hasta 200.000 euros es, indudablemente, condenar a esta estación emisora al cierre total y frustrar a los jóvenes y menos jóvenes que en ella laboran, al más triste de los desencantos, máxime cuando otras emisoras de radio continúan realizando con absoluta normalidad sus programas e invitando a estos a autoridades electas que, con toda la normalidad del mundo, participan de esas experiencia de decir y crear opinión en un medio de comunicación al que no preguntan si tienen licencia para formar parte de un espacio radioléctrico en el que todos, absolutamente todos, tienen cabida. Y más tendrían si la Xunta, como es su obligación, ordena frecuencia y ajusta frecuencias.

Dejen en paz a ese pato que con tanto mimo cuidan los que quieren hacer una radio sin corsés y en plena libertad. Hace años, muchos, que se acabó el miedo a la Radio España Independiente (Radio Pirenáica) y las emisiones en español de la BBC de Londres o Radio París.

Hagamos votos por la libertad, también, del espacio radioléctrico dentro de un orden sin sanciones astronómicas que "acongojan" a todos los que creen en la libertad e expresión.

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