Esos mayordomos de antes...

Imagen de un mayordomo.
Imagen de un mayordomo.

Las novelas detectivesco/ tochescas que me endilga mi Amparo -y que me zampo por aquello de la deferencia y el contrapunto- no tienen nada que ver con las que me jalaba de un tirón cuando uno era adolescente.

Esos mayordomos de antes...

Nada. Que se ha empeñado mi Amparo - bibliotecaria mayor de mis ‘Depósitos del Sol’, como ya he mentado en otros escritos- en recomendarme libros, y no  se detiene en endosarme tochos - pero tochos de mas de trescientas - de novelas detectivesco- policíacas que no doy abasto. Al final, ni me entero de la copla asesina, y mucho menos del cantante.

De los móviles del crimen, cuando no crímenes en fila y a tutiplén, si me entero. O al menos me los supongo, porque todos son iguales y por motivos muy semejantes.

Que uno sepa, jamás fue tan conocida la “Esquizofrenia ” como ahora, si uno lee tales tipos de novela . Todo asesino (o asesina, que hay para todos los sexos- que no géneros-) esta más o menos pirado (o pirada,.que hay para todos los sexos- que no géneros-).

O esa suele ser la excusa del crimen folletinesco. O , lo que es peor, la excusa del novelista: “una disociación de personalidad con varias alucinaciones ( y diferentes) así como una discreta pérdida de contacto con la realidad”. Discreta, solo discreta... ¡Vaya usted a fiarse!

Lo que puede, tal circunstancia,  ser un atenuante convincente de cara a decisiones judicatoriales -siempre imparciales, ecuánimes y sin salpicaduras politiqueras que las empañen salvo criterio mejor y más ilustrado por parte de verdaderos expertos-experimentados -para dejar al tiparraco (o tiparraca, que hay para todos los sexos- que no géneros-)  libre de polvo, pajas y otras menudencias. ¡Que un mal día lo tiene cualquiera, o eso se dice!

Las novelas detectivesco/ tochescas que me endilga mi Amparo -y que me zampo por aquello de la deferencia y el contrapunto- no tienen nada que ver con las que me jalaba de un tirón cuando uno era adolescente. ¡Quía! Ni punto de comparación.

¡Qué tiempos aquellos en que un ‘punto y seguido’ novelesco, me dejaba sin siesta -por puro lambruceo y desasosiego- en las áridas tardes de abrumador estío en las que , ni siquiera, empecé a soñar!

¡Qué va! Ahora todo lo escriben mucho más sofisticado. Emplean, los noveleros del tema, argumentos que me son desconocidos. Y me molesta un montón, porque nunca acabo de saber quién será el asesino (o asesina, que hay para todos los sexos- que no géneros-).  

Los muy (o las) cabildeadores me dejan un nombre y rango al principio del tocho, del que ni te acuerdas,  y que son los que (o las) se encargan de cumplir las promesas vengadoras ; liquidando al menos pintado que interrumpa su intereses más oscuros a conseguir.

¡Qué tiempos aquellos! Cuando uno, en su parvulez, hacía caso a su hermana Angelines y se soplaba las novelas de James Crumley, Elmore Leonard, Montero Glez., Arnaldur Indriason, Agatha Christie o de Conan Doyle.  Incluso Vázquez-Montalban u otros.

Leer a los mentados, salvo excepciones muy excepcionales, te daban una idea bastante aproximada de que el autor de las calamitosas pérdidas humanas, era el Mayordomo.

Y el muy malandrín (va por ti y tus eternos "buenos días" primo Fernando Breijo. ) ni se quejaba por pasar de imputado a acusado. Y de acusado a reo. Tenía siempre honor y mano larga.

¡Era el código del culpable y punto en boca!

Así nos venía mucho mejor a mamá y a un servidor ,que siempre hacemos apuestas.

¡Vamos, que sin Mayordomo a heredar o robar, ni había novela de misterio ni otras fanfarrias confundidoras!

Ahora es muy distinto  en mi Opinión -que escribiría un camarada de periódico que presume de haber escrito ¡más de mil artículos!-

(Con tal de no mojarse los calzones , todo vale... por lo visto)... ¡En su opinión, claro está!

Haberlos, haylos, pero con distinta vestimenta: traje tipo “Armani”, corbatas de colorines a juego. Y gomina...mucha gomina. Soto del Real bien conoce a tales mayordomos. Pero no son genuinos, ¡quía!

Ya no leo en las novelas de amplia difusión -y mayor enchufe- el férreo mayordomo vestido de pantalón negro, planchado a una sola raya, zapatos acharolados; chaleco en tonos rojos y negros en tiras finas, con camisa blanca impoluta, bien planchada y palas almidonadas, con reverencias al señorito (o señorita, que hay para todos los sexos- que no géneros-).

Al menos no así como para apostar con mamá Beda, que siempre me gana en ‘First dates’ (¡anda qué!: ‘que si no se “ pegan” ...va, dice y...gana!). El único programa de TV que me mola ahora. A un servidor y en su opinión.

Claro que , si le comento los Mayordomos que andan por ahí cerca , y que se disimulan en “Lezos, Púnicas, Gürtel, Moixes (éste es un fiscal y acopio a todos sus acólitos)”, y muchos etcéteras más, le gano de lejos.... Ella aún no puede creer que exista tanto desmán.

¿Por qué? Pues por que un servidor se empapa de la noticias... ¡Como está mandado y Dios no lo ordena!

No me regales más lecturas de libros altamente recomendables, querida Amparo ( ¿Qué sería de los Depósitos del Sol sin usted?)

Donde se ponga el Mayordomo, asesino, en serie o mono criminal ;  sin descanso , esquizofrénico e influenciado  por el “bullying” ese (al que no supieron darle una buen guantazo con entre el mentón y los morros), que se quite todo lo supuestamente novedoso .

Lo de las corruptelas infinitas -o sea, que nunca mueren ni morirán por siempre jamás amén- con que nos incomodan los noticieros, ya me habitúan . Casi no me conmueven. Y nadie es ya un mayordomo como debe ser. Como los de antes.

Si el culpable de las novelas no es el Mayordomo, no me seducen lo menos mínimo. Rompen la lobreguez de aquellas antiguas raptoras de mis siestas.  Por que yo me sé, a diferencia del superior de Gurb, qué es un Mayordomo. Y que , además, es el culpable de todo los perverso.

¡Ay...esos Mayordomos de antes...! ¿Por dónde estarán?

O...¿siempre fueron como los actuales? Pues vaya plaff de ser así. Que va a ser que sí.

 

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