¿Es posible compatibilizar la solución del hambre con la protección de la naturaleza?

Granja industrial de cerdos. / RRSS
Granja industrial de cerdos. / RR SS

Pues por la forma en que algunos se expresan, parece que no. ¿Usted qué opina?

¿Es posible compatibilizar la solución del hambre con la protección de la naturaleza?

A mediados del siglo XX la población mundial era de 2.500 millones de habitantes y hoy sobrepasa los 7.500: tan espectacular aumento supone necesidades de alimentación, salud, educación, vivienda y otros servicios esenciales.

Cubrir parcialmente, porque son muchos los millones de seres humanos que siguen pasando hambre, el aumento de la demanda alimenticia ha sido posible por el desarrollo de la investigación y la producción masiva de alimentos.

A mediados del pasado siglo el consumo de carne de ave era un lujo en muchos países del mundo, entre ellos España, porque la peste aviar y la peste porcina causaron estragos. Cuando la industria farmacéutica veterinaria descubrió la forma de combatirlas y la fabricación de piensos enriquecidos permitió el engorde rápido, empezó a extenderse la ganadería intensiva –avícola, porcina y de ganado vacuno-, es decir, la cría en cautividad en grandes establos, ante la perspectiva de una rentabilidad basada en la rapidez, el aumento de la producción y la disminución de precios, naturalmente, con las consiguientes inversiones.

Hoy, la carne de pollo, pavo, conejo, cerdo y vacuno están al alcance de una gran masa de consumidores –5.000 millones más en todo el mundo en relación con los de mediados del siglo pasado - a precios asequibles.

Es una evidencia que la ganadería intensiva daña el medio ambiente en forma de malos olores, residuos y contaminación de aguas. Pero no es menos cierto que la legislación de la UE es muy exigente en esta materia y los controles de los países son exhaustivos.

Hemos oído hablar del sufrimiento de los animales de la ganadería intensiva, pero nadie ha escuchado al ministro y ministras de Podemos -el partido de los marginados y los parias de la Tierra- hablar de los graves problemas de hambre que ha resuelto la ganadería intensiva.

Por otra parte, la legislación sobre el sufrimiento de los animales - estabulación, transporte, etc.- es muy exigente; lo mismo sucede con la contaminación de las aguas, los malos olores y la depuración de residuos. Por lo tanto, señor Garzón y ministras afines, sí creen que España no cumple la legislación, nadie mejor que ustedes, que se sientan cada semana a la mesa del Consejo de Ministros, para plantearlo allí, que es donde podrían resolver el problema, si realmente existe.

En cuanto al ministro Garzón, debería ser más prudente en sus declaraciones, asesorarse técnicamente antes de hablar, hablar de lo suyo –no digo de lo que sabe- y usar los servicios de su gabinete de comunicación, porque tienen de todo.

Sin embargo, el Ministro de Consumo no habla de lo que consideró el gran objetivo de su mandato: regular el juego para que las clases sociales más desfavorecidas y los menores de edad no siguieran cayendo en la ludopatía –juegos, loterías y apuestas deportivas-, que es uno de los peligros que tienen ante ellos. 

La solución del problema del hambre es muy importante, señor Garzón y ministras, no lo fíen todo a la labor de Cáritas e instituciones similares. La atención a los más desfavorecidos siempre han sido cosa del Evangelio, de los buenos samaritanos, y, siglos más tarde, del PCE, pero en este caso con escasos resultados, porque allí donde han gobernado y gobiernan dejan un rastro de hambre, miseria y opresión. @mundiario 

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