¿Por qué se disfrazan los invitados para las celebraciones de Primera Comunión?
El mal gusto para vestir tiene varios responsables: la tele, el traje de carne de Lady Gaga, los modistos que diseñan batidoras en vez de pamelas y Mario Vaquerizo.
Hoy he entrado en la iglesia porque estamos de Comuniones y mi sorpresa ha sido tal que parecía que hubiese entrado en la taberna de La Guerra de las Galaxias. El surrealismo se queda pequeño para definir el desfile de modelos, trajes y complementos bizarros que he visto.
Acostumbrado a ver todos los días a las mismas madres y padres con chándales penduleros y estilismo choni, me encuentro hoy con la sofisticación peor entendida, con trajes de noche que recuerdan al traje de carne vacuna de Lady Gaga, con pamelas OVNIs, con minifaldas que llevaban consigo los siete pecados capitales. Creo que he visto hasta camisas de fuerza.
La culpa de esta forma de vestir para bodas y comuniones tiene responsables. Mucha tele. Modistas de mi vecindario que se creen Balenciaga. El Cámbiame. Mario Vaquerizo y su tallaje anoréxico. Ganas de ser moderno y de tirar el dinero. Padres y madres que queremos ser tan impresionables en algún momento de nuestra vida que confundimos santificar las fiestas con Halloween o con el vídeo de Thriller.
Me tomé el Trankimazin y escuché a Julio Iglesias, y todo volvió a tener su equilibrio, su rancia normalidad, pero Dios a veces no perdona, ni yo tampoco, especialmente a esos diseñadores actuales, que colocan coliflores y pavos con moco de aluminio como pamelas. Lo tengo claro. Con Chanel murió todo.
