CAVERNA: Descarrilamiento informativo en el catastrófico camino ferroviario

Primeros momentos tras el descarrilamiento del tren en Santiago.
Primeros momentos tras el descarrilamiento del tren en Santiago.

Nace una nueva sección en MUNDIARIO: Caverna. Llega todo un maestro del periodismo, Arturo Lezcano. Lo hace mirando a otro descarrilamiento también importante, el de los medios. Pasen y lean.

CAVERNA: Descarrilamiento informativo en el catastrófico camino ferroviario

“(…) un antro subterráneo y hombres que desde la infancia sólo pueden ver… un muro semejante al de los charlatanes (quienes) pasan llevando objetos de madera de toda clase… de suerte que aparecen sobre el muro… por un fuego cuyo resplandor los alumbra…”

(Platón)

 

Habrá mucho mucho tiempo para ocuparnos de los fallos, técnicos y no sólo humanos, del catastrófico camino ferroviario de Santiago. Tampoco nos detendremos hoy en la vetusta apelación de algunos políticos a una siniestra anti-Marca España.

Nos limitaremos a señalar el descarrilamiento generalizado de los medios de comunicación, especialmente audiovisuales, sin apuntar con el dedo, porque todo eso no debería ser jamás competición, sino competencia profesional.

La virtual simultaneidad de recursos al servicio de la hipotética “realidad virtual”, lejos de facilitar la rapidez y la coherencia, sembró primero la máxima confusión, dio por buenos al minuto datos sin contrastar e incurrió en omisiones elementales.

No se hizo público inmediatamente el número de pasajeros que estaba previsto descendiesen en Santiago, A Coruña y Ferrol.

No se montó un seguimiento a pie de cada una de las dos últimas estaciones.

No se facilitaron al ritmo de lo verificado el número sucesivo de los fallecidos con certeza, antes bien, se procedió a un baile ascendente y descendente de tal cifra.

El manido mecanismo de las repeticiones pasó una y otra vez los mismos testimonios de las mismas personas.

En cuanto se contó con la grabación del impacto del Alvia en la curva de  Grandeira, fueron incontables las series de imágenes en movimiento idénticas, amén del respectivo croquis.

El conocido “interés humano” primó sobre la auténtica información.

No menos grave resultó la pobreza y contumacia tópica de vocabulario, sin que la coartada de la premura y el lenguaje oral constituyan una atenuante. Decir hasta la saciedad “impresionante”, o impropiamente “tragedia”, no puede disculparse a profesionales del periodismo.

Imágenes y sensibilidad

Por contra hemos oído críticas acerbas ante las escasas tomas de cuerpos de las víctimas. ¿Cómo sorprenderse si la advertencia “estas imágenes pueden herir la sensibilidad del espectador” se ha convertido en cantinela informativa?.

El deber del periodismo es, por encima de todo, informar impersonalmente, no “contar”.

Por nuestra parte renunciar al análisis crítico nos haría reos de “complicidad” y no “presunta”.

Por último: esta avalancha incoercible de reiteraciones, carencias y deficiencias se inscribe exclusivamente en el abuso y mal uso de las nuevas tecnologías, que en sí mismas ofrecen sin duda un incalculable avance.

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