'Cásate y sé sumisa' se convierte en un título que levanta ampollas en España

Ejemplares de Cásate y sé sumisa.
Ejemplares de Cásate y sé sumisa.

Este tipo de normas de sumisión, al margen de que contengan o no una incitación a la violencia explícita, nos hace retroceder décadas, a épocas de mujeres 'invisibles', ninguneadas.

'Cásate y sé sumisa' se convierte en un título que levanta ampollas en España

Durante los últimos días ha quedado servida la polémica en torno al libro de la periodista italiana de la RAI, Constanza Miriano.  Se trata de la obra que lleva por título "Cásate y sé sumisa", que en España ha sido publicada por el propio Arzobispado de Granada.

El título es sangrante per se y, pese a que su autora manifiesta no entender en absoluto la polémica suscitada en nuestro país, lo cierto es que, en la petición de la retirada de este título coinciden personalidades de diferentes opciones políticas e ideológicas.

Así, mientras que el pasado lunes, Maite Molina, concejal de Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Granada, solicitaba directamente la intervención de la Fiscalía para que estudiase la posible "apología de la violencia contra las mujeres" que dicho libro pudiera contener; más tarde José Luis Sanz, secretario general del Partido Popular andaluz, instaba al propio Arzobispado de Granada a rectificar y retirar dicho libro, tachándolo de "auténtico despropósito".

La concejala de Izquierda Unida, además, se hacía eco de las críticas vertidas por diversos colectivos feministas, quienes coincidían en mostrar una "clara repulsa y rechazo a este tipo de manuales discriminatorios, propios de otras épocas".

No les falta razón

Atendiendo exclusivamente al título de la obra, no cabe excusa alguna en la retórica, dado que el imperativo a la sumisión de la mujer es, en realidad, una exhortación a la adopción de un rol subordinado con respecto al hombre, donde no veo otra interpretación posible.

La autora se sorprende del revuelo y de las críticas, ya que, en Italia, el libro es un fenómeno de ventas. En una entrevista, Constanza Miriano simplifica la cuestión a un tema meramente religioso, apelando a un orquestado ataque al Arzobispado de Granada y tampoco alcanza a comprender por qué en España no ha tenido la misma acogida que en Italia, donde- dice ella, además- el libro "está catalogado en la sección de humor". 

Sinceramente opino que hay temas sensibles que no se deben tomar a la ligera y este es, sin duda uno de ellos.

En este punto, Constanza debe entender las ampollas que levanta su título, y más cuando pretende lanzar balones fuera criticando la mentalidad española. No sé si ella es consciente de que hubo un tiempo en España, del cual muchos y muchas no queremos acordarnos, en que- como recoge la sinopsis de la obra teatral "El manual de la buena esposa"- durante muchos años en España las mujeres "fueron educadas para ser buenas madres, buenas cristianas, buenas esposas, buenas patriotas; y, además, obedientes dóciles, caritativas, resignadas, alegres, diligentes, sufridas y honradas". Semejante adiestramiento estuvo a cargo de la Sección Femenina durante la dictadura franquista.

La introyección de este tipo de normas de sumisión, al margen de que contengan o no una incitación a la violencia explícita- como parece negar Miriano- nos hace retroceder décadas, a épocas en las que, en definitiva, una mujer sumisa acaba por convertirse en una mujer "invisible" o "ninguneada".

No queremos eso

Por último, señalar que la autora incide en que también ha publicado otro libro similar dirigido a los hombres, titulado "Cásate y muere por ella".

Sea como fuere, yo veo un marcado anacronismo ("Cásate y sé sumisa"  parece ser que procede de una Carta de San Pablo a los Efesios) y un total sexismo en la distribución de roles, a través de ambos títulos. 

La propia autora, tímidamente ha reconocido que entendía que "algunas feministas hubieran podido molestarse", que se trata de un "debate difícil",  pero insiste en abogar por la sumisión mutua en la pareja, dicho sea de paso, heterosexual.

Ni siquiera este argumento resulta excesivamente convincente, ya que la sumisión es una actitud de subordinación a otra persona y, en el siglo XXI, quizás resulta más apropiado hablar de relaciones entre personas, basadas en la igualdad y en la simetría de roles.

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