Los cambios en el mundo son tan grandes y rápidos que necesitamos conocernos

Jóvenes españoles. / Abanca
Jóvenes españoles. / Abanca

España está dividida en dos grandes dos bloques generacionales formados en mundos tan dispares que resulta difícil entenderse porque la base desde la que hablamos es muy diferente.

Los cambios en el mundo son tan grandes y rápidos que necesitamos conocernos

Para entendernos es fundamental conocer sobre que bases se construyen las ideas a exponer. En términos vulgares deberíamos preguntar antes: ¿de dónde eres? o ¿a qué colegio fuiste?, porque si no fuimos al mismo colegio quizás no estemos hablando de lo mismo aunque utilicemos las mismas palabras.

Hay un grupo de gente menores de 45 o 50 años que ha crecido considerando como normal que la imagen entre en sus casas a través del televisor, del ordenador o de la tablet, que pueden estar permanentemente comunicados chateando con sus amigos o hablando con ellos, con o sin imagen, vía Skype o aplicaciones similares. Siempre se desplazan conectados llevando consigo su música,  su cámara de fotos, su álbum de fotos, o sus videojuegos. Viven en un mundo del que creen saber todo lo que necesitan, que consiste en saber buscarlo en internet, y en el que pueden formar fácilmente grupos afines con los que relacionarse. Fuera de ese grupo hay otro mundo agresivo donde la gente se mata o se manifiesta violentamente sin una razón fácilmente comprensible, un mundo inseguro y falto de oportunidades salvo para gente que se esfuerza mucho, asume responsabilidades y tiene grandes habílídades, sean deportivas, artísticas,  o empresariales, mientras la inmensa mayoría está parada, tiene contratos basura,  es un nini, o lo que ahora se ha dado en llamar "adultos emergentes", gente 25 a 35 o 40 años dependientes de sus padres por causas de ruina económica, divorcios, o similares. El grupo generacional de mayores de 45 o 50 años,  la otra mitad, ha visto desarrollarse a la generación descrita muy de cerca y a veces son sus padres o abuelos, pero habría que preguntarse qué saben aquellos de tiempos cercanos pero pasados, de la época en que se criaron y formaron los mayores. Probablemente muy poco y quizás sea hora de que lo sepan.

El grupo de mayor edad, aquel que conoció el franquismo, se desarrolló en un mundo tan lejano como Venus y Marte, de donde decía un popular libro que eran las mujeres y los hombres. Un mundo donde todos tenían trabajo y el despido era inexistente, incluso un detenido político como era el líder sindical Marcelino Camacho, cuando salía de la cárcel se le restituia su trabajo. La casa de alquiler era para siempre sin subidas de precio, como también era para siempre el matrimonio, los hijos respetaban a los padres, el borracho era muy mal visto, y el mundo siempre iba a mejor año tras año pasando de ser la potencia mundial 33 a ser la octava. No había déficit y por eso en 1977  la deuda solo alcanzaba el 13% del PIB. Todos los hombres cumplían el servicio militar y juraban la bandera, fuesen de donde fuesen. Ese grupo generacional vió llegar a sus casas la televisión  (con diferencias de hasta 15 años entre Madrid y el resto de España), la música portátil  (el transistor), el teléfono portátil (y el fijo en la mayoría de casas), y el ordenador personal. No sabemos muy bien porqué todos exigieron vivir mejor aunque eso nos llevase a un endeudamiento del 100% que ahora se traduce en recortes. 

Perdimos muchas seguridades para ser libres, para ser soberanos, y una mayoría lo hizo orgullosa o incluso luchando por ello. Este conocimiento es importante porque los más jóvenes deben conocer la frustración de los mayores que cambiaron las seguridades y certezas por la libertad de ideas y pensamientos, al comprobar que en realidad lo que se ha construido es un mundo de corrupción y manipulación del pensamiento político. Hemos pasado de la cultura del esfuerzo y los ideales a la del ocio, de crear un mundo donde los hijos fuesen felices a querer estar felices ya.

No hay buenos ni malos, mejores ni peores, y habría que preguntarse que si los más jóvenes han perdido ilusiones ¿de quién es la culpa? Probablemente del fracaso de los que construyeron un mundo injusto. Ahora es la obligación de todos juntos hacer los cambios y las reformas que corrijan los errores porque tenemos el mejor de los escenarios habidos pero mal administrado.

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