El cambio climático y las guerras se ceban con la seguridad alimentaria global

Cultivo de trigo. / RRSS
Cultivo de trigo. / RRSS

Según la ONU, el hambre mundial está aumentando por primera vez en 15 años. La respuesta no es solo cultivar más alimentos, sino también proteger a los pequeños agricultores contra el cambio climático y los conflictos armados.

El cambio climático y las guerras se ceban con la seguridad alimentaria global

Cerca de 815 millones de personas alrededor del mundo, es decir, el 11 por ciento de la población mundial, pasaron hambre en 2016, según los últimos datos de la Organización de las Naciones Unidas. Este fue el primer aumento del problema en más de 15 años.

Entre 1990 y 2015, debido en gran parte a un conjunto de iniciativas radicales de la comunidad mundial, la proporción de personas desnutridas en el mundo se redujo a la mitad. En 2015, los países miembros adoptaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los cuales se propusieron acabar con el hambre por completo para el año 2030. Pero un reciente informe de la ONU muestra que, después de años de declive, el hambre vuelve a ser una situación que el mundo deberá enfrentar. 

Como lo demuestra la cobertura continua de noticias sobre inundaciones, incendios, refugiados y violencia, nuestro planeta se ha convertido en un lugar más inestable y menos predecible en los últimos años. A medida que estos desastres se incrementan, dificultan que las personas en las regiones pobres, marginadas y asoladas por la guerra tengan acceso a alimentos adecuados.

La inestabilidad social y política está en aumento. Desde 2010, los conflictos políticos se han incrementado en un 60 por ciento, mientras que los conflictos armados han aumentado en un 125 por ciento. Más de la mitad de las personas con inseguridad alimentaria identificadas en el informe de la ONU (489 millones de un total de 815 millones) viven en países con violencia sostenida. Más de las tres cuartas partes de los niños crónicamente desnutridos del mundo (122 millones de 155 millones) viven en regiones afectadas por conflictos de está índole.

Al mismo tiempo, estas regiones están experimentando tormentas cada vez más poderosas, sequías más frecuentes y una lluvia más variable asociada con el cambio climático global. Estas situaciones (la guerra y el clima) están relacionadas en tanto que las comunidades desgarradas por los conflictos son más vulnerables a los desastres relacionados con el clima, y la falta de cultivos o ganado debido a cambios climáticos puede contribuir a la agitación social.

Las guerras afectan a los agricultores con especial dureza. Los conflictos pueden desalojarlos de sus tierras, destruir sus cultivos y matar su ganado, además de evitar que adquieran semillas y fertilizantes, o que puedan vender sus productos. Los conflictos también interrumpen los ciclos de las cosechas. Muchos conflictos se desarrollan en áreas rurales caracterizadas por la agricultura en pequeña escala o el pastoreo. Estos pequeños agricultores son algunas de las personas más vulnerables del planeta. Respaldarlos es una de las estrategias clave de la ONU para alcanzar sus objetivos de seguridad alimentaria.

En las últimas dos décadas el mundo se ha unido para luchar contra el hambre una vez más. Este esfuerzo ha producido innovaciones en agricultura, tecnología y transferencia de conocimiento. Pero recordemos que en los lugares más vulnerables del planeta, la seguridad alimentaria depende no solo de hacer la agricultura más productiva, sino también de hacer que los medios de vida rurales sean seguro y libres de conflicto. @mundiario

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