A REDROPELO: Los pobres ya tienen un gran valedor en el Papa Francisco

El Papa Francisco.
El Papa Francisco.

Muy oportuno es que Francisco reafirme ante los suyos la validez del Estado laico como garantía de la libertad religiosa. No trae cuenta saber si Bergoglio es conservador o progresista.

A REDROPELO: Los pobres ya tienen un gran valedor en el Papa Francisco

Los gestos y discursos esclarecedores del Papa durante la JMJ confirman que no tiene vuelta atrás el programa que decidió su elección por el Cónclave. Para alegría de muchos católicos que deseaban cambios más que cosméticos y la presumible amargura de la minoría que los tiene por obra del demonio.

Gran expectación había causado la naturalidad con que se presentó el obispo de Roma como Francisco, nombre que promete un estilo de gobernanza evangélica y una reconversión  espiritual sin la cual la ICAR se quedaría en multinacional del sector de artículos de consolación. Tardó poco en cerciorar a los propios de que es el hombre que necesitan para sobrevivir al nuevo paradigma cultural y esperanzar a los ajenos con un liderazgo moral que urge en un mundo desnortado. Tiene condiciones y agallas para dar bien el doble recado.

La primera, el don de discernimiento, que faltó a Juan Pablo II y Benedicto XVI. Quisieron el polaco y el alemán cimentar la fortaleza de la Iglesia Católica sobre las bases uniformadoras de la disciplina y la ortodoxia, la prefiere el argentino libre de corsés que la ahogan y dispuesta a samaritanear en las periferias que crea la injusticia estructural. Si logra pasar adelante con su hermosa idea de la Iglesia de los pobres, éstos bendecirán a la madre que lo parió; si fracasara, tendrían más motivos para llorar su desgracia.

Muy oportuno es que el Papa reafirme ante los suyos la validez del Estado laico como garantía de la libertad religiosa; asimismo que denuncie los modelos económicos que prescinden de toda consideración ética y condene la corrupción. En el Evangelio no hay trazas de un programa político concreto, pero la Iglesia no puede abonar con su silencio los crímenes del poder.

Pierden el tiempo los que escudriñan los dichos y hechos de Francisco con la pretensión de colgarle una de las etiquetas ideológicas al uso. No trae cuenta saber si Bergoglio es conservador o progresista, basta con que sea un papa decidido y rompedor de inercias.

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