¿Atesoramos dinero o emociones?

Hombre tras el humo. / Pixabay
Hombre tras el humo. / Pixabay

La vieja práctica de esconder un valor o un sentimiento asociado a una emoción no es un invento nuevo.

¿Atesoramos dinero o emociones?

“–OK –asintió– ¡Trato hecho!

Quinn encontró un sitio seguro para ocultarlo: la caja de cartón forrada de papel de seda en la que le habían entregado su último par de zapatos, y que guardaba en el fondo de su ropero. ¿Quién iría a buscar una cosa de valor en una vieja caja de zapatos?” * William Irish

La vieja práctica de esconder un valor o un sentimiento asociado a una emoción no es un invento nuevo. Casi… desde que se inventaron las cajas de zapatos. Escondemos para secuestrar de la circulación mercantil y con ello cumplimos un viejo axioma descrita por Carlos Marx, cuando afirma “en los inicios de la circulación mercantil, precisamente solo se convierte en dinero el excedente de valores de uso. De esta suerte, el oro o la plata se transforman de suyo en expresiones sociales de lo superfluo o de la riqueza” (1) El atesoramiento por ello es una respuesta tan antigua que encuentra descrita en fenómenos como el entierro de 150 millones de Libras en la India que pasaron de América a Europa. (Obra citada).

Pero si lo que escodemos es un sentimiento, encontramos abundante literatura en la psicología, pero podríamos recurrir a un gran libro para explicarlo, dice Dante en el inferno, canto XIV (2): “Ahora me siguen y al ver que no pones tus pies, incluso en lo árido  todavía me mantengo cerca del bosque” de los suicidas –agregaremos por nuestra parte. Dante se refiere a la tensión del individuo alejado de Dios y la alienación del individuo moderno.

Ambas practicas tan comunes, la mercantil o la espiritual están rodeadas de gran fascinación y captan caminos comunes, diferentes, o apasionantes. Nada es más repetitivo que nuestras obsesiones humanas.


Notas

* pág. 27 No quisiera estar en sus zapatos William Irish

Pág. 159 Carlos Marx El capital Libro 1 Volumen 1 Ed Siglo XXI

(2) pág 213 “Or mi vien dietro e guarda che non metti ancor li piedi ne la arsiccia ma sempre al bosco tien li piedi stretti” Dante Alighieri, La Divina Comedia, Inferno A Signorelli Editore.

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