Vivimos una época de símbolos, modas y poses que afianzan al electorado

Político sin corbata. / Facebook Albert Rivera
Político sin corbata. / Facebook Albert Rivera

Lo que era exclusiva de los famosos, las formas externas y aficiones públicas, ha llegado al mundo de la política para dar imagen que se identifique con la mayoría.

Vivimos una época de símbolos, modas y poses que afianzan al electorado

Lo que era exclusiva de los famosos, las formas externas y aficiones públicas, ha llegado al mundo de la política para dar imagen que se identifique con la mayoría.

En Estados Unidos nadie daría mérito a que su Presidente se vista de pobre o de sencillo, ellos prefieren que sus líderes sean unos ganadores y disfruten de privilegios, que se sientan en lo más alto, como tampoco les parece mal en Inglaterra que su Reina utilice un lujoso coche de caballos o viva en un Palacio, ni les parece mal a los alemanes que su Jefe de Gobieno se desplace en Mercedes. Sin embargo en España esto esta dando un giro importante entre los partidos de izquierda. Primero fué el Papa a quien se le ocurrió la idea de que era mejor dejar en el garaje los coches caros y utilizar un utilitario, seguir calzando las cómodas botas que respetan su pies planos, o llevar crucifijos de madera. Era un símbolo que daba un mensaje a sus seguidores, que se siente cerca de ellos, que los comprende y que el lujo no da la felicidad ni garantiza el cielo, claro que no es lo mismo un Padre de la Iglesia que ha hecho voto de pobreza y al que su Dios le ha dicho que los ricos no lo tienen fácil para entrar en el Paraíso, que un político. Al pueblo le da igual si Obama va en limusina, en bicicleta, en metro o en elefante, lo que le importa es que acabe las guerras o no las empiece, que haya prosperidad y bienestar dentro de una justicia social sostenible.

En España, lugar de izquierda ideológica tradicional y único país del mundo donde llegó a implantarse la anarquía durante un tiempo, las cosas son diferentes. Un gobernante es bueno si se baja el sueldo, si se arranca la corbata, tira la chaqueta y se remanga la camisa, o si va al trabajo caminando o en metro. Son símbolos que responden a la tremenda corrupción sufrida por el país, y a ese afán insaciable de acumular dinero, pero no para invertirlo o donar parte logrando que su capacidad de crear riqueza alcance a mucha gente en forma de mejoras de su vida, aquí los corruptos prefieren verlo crecer en las cajas de los paraísos fiscales donde llevan sus fortunas.

Curiosamente en este país donde los futbolistas ganan verdaderas fortunas, a nadie se le ocurre que si se le baja el sueldo a Ronaldo o a Messi, sus equipos jugarán mejor y con mayor eficacia. Ello demuestra que el diferenciar mediante símbolos es diferenciarse respecto a una determinada clase y su comportamiento. 

Por eso a muchos nos da igual si van en elefante o descorbatados  o de traje, lo que queremos es que administren bien los impuestos que pagamos, bien y con justicia, y ya de paso que no nos roben. Con el tiempo aprenderán que si una boda es de gala hay que ir de gala, y si es de calle hay que ir de calle, y que quitar nombres de calles, estatuas, fotos o banderas, no aporta riqueza ni bienestar. Volviendo a los ejemplos, ahí está Estados Unidos, un país de religión mayoritariamente protestante y que por lo tanto está en contra del culto a los santos y otras cosas de la iglesia católica, y sin embargo no ven un agravio en que sus ciudades se llamen  San Franciso, San Agustín, San Diego, o Los Ángeles, vestigios de un tiempo colonial pero cuyo cambio no aporta nada y están muy arraigados. Las galerías ya están llenas de detalles externos, ahora hay que ir al grano y con firmeza.

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