Trump y Ortega y Gasset

Trump Fast Food /  Asier Sanz
Trump Fast Food / Asier Sanz

La añada Trump de 2017 salió con sabor a caucho y olor a sulfhídrico y la presente es aún peor. Quiero pensar que algo quedará en nosotros para contrarrestar la opinión de que somos una sociedad de idiotas cobardes. Pero está por probar.

Nos sorprende, nos inquieta, nos ofende. Sus tuits son gesticulaciones primarias, la condensación expresiva de agresiones intelectuales a punto de transformarse en agresiones bélicas. A veces son soeces, otras veces desmesuradas casi siempre impertinentes y extremadas. Al hablar o escribir carece hasta de higiene verbal. Si viviese, Ortega lo tomaría de ejemplo cuando escribió que “las palabras, como los navíos, necesitan de cuando en cuando limpiar fondos”.

Las decisiones de Donald Trump sobre el muro con México, a pagar por los propios mexicanos,  el degüello del Data, el programa de Obama que protegía de la deportación a miles de inmigrantes latinos ya acomodados en USA durante décadas, su indecorosa connivencia con el “descontrol policial” contra el racismo y la xenofobia, la guerra de aranceles con China y la UE, la dramatización enfática y escénica de su pelea con Kim Jong-un de Corea del Norte, la paralización de la desnuclearización de Irán, el flirteo con Putin en detrimento de la UE, su ceguera ante los miles de muertos en Siria, su negacionismo del cambio climático y el abandono de los Acuerdos de París, sus exigencias del cuatro por ciento del PIB para gastos de defensa y finalmente su intromisión en la política del Reino Unido, con desprecio de todas reglas diplomáticas y de buena educación… no son opiniones políticas, sino más bien matonismo o “fauna del lenguaje de los improperios”, que no representa la expresión de las “ideas” de un hombre normal”, sino de los “cargados de cabeza”.

Cuando un loco o un imbécil  –dice el maestro– “se convence de algo, no se da por convencido él solo, sino que al mismo tiempo cree que están convencidos todos los demás mortales. No considera, pues, necesario esforzarse en persuadir a los demás (…) les basta con proclamar, con “pronunciar” la opinión de que se trata: en todo el que no sea miserable o perverso repercutirá la incontrastable verdad”.

La añada Trump de 2017 salió con sabor a caucho y olor a sulfhídrico y la presente es aún peor. Quiero pensar que algo quedará en nosotros para contrarrestar la opinión de que somos una sociedad de idiotas cobardes. Pero está por probar. @mundiario

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