La llamada de Obama a Sanxenxo en 2012

Barack Obama. / Diario Correo
Barack Obama. / Diario Correo

El verano de aquel 2012 en el que el FMI suavizó un informe sobre España fue en el que Barack Obama, presidente de EE UU, había llamado al entonces jefe del Gobierno español, de vacaciones en Sanxenxo. Ahora se sabe que el FMI actuó así para no generar más alarma pero las luces rojas ya estaban todas encendidas.

La llamada de Obama a Sanxenxo en 2012

Con el Fondo Monetario Internacional (FMI) pasa como con tantas otras instituciones: edulcoran o manipulan sus propios análisis pero con el tiempo dejan que trascienda. Tiene algo positivo: en Occidente, en los países democráticos, es posible saber lo que pasó. Tarde, pero se sabe. Allí donde no hay democracia, las cosas primordiales –las importantes de verdad– no llegan a conocerse nunca.

Lo que ha pasado con el FMI, que suavizó su informe sobre España del crítico año 2012 para no generar más alarma, se revela ahora porque algunos miembros del consejo del Fondo criticaron las modificaciones al creer que vulneraban las normas de transparencia. El horno no estaba para bollos, a riesgo de haberse quemado todos los panes. La prima de riesgo –el sobreprecio que pagaba España para financiarse en los mercados en comparación con Alemania, el país de referencia en la eurozona– había subido de los 300 a los 550 puntos entre enero y mayo y el agujero Bankia se percibía como suficiente para arrastrar a la eurozona. Palabras mayores.

Entonces, como siempre, había ideología subyacente. Sobre la mesa estaban dos grandes visiones económicas: una de corte más estatalizado –incluso en EE UU, con la nacionalización de General Motors por parte del progresista Obama– y otra más liberal, impuesta por círculos tan divergentes como el FMI, la UE, el Banco Mundial o la banca, de tal modo que los planes de estímulo para los más keynesianos eran una vía de compensar la caída de la demanda privada, pero para los más liberales constituían un derroche y una injerencia del Estado.

Aquel 2012 se había celebrado la asamblea anual del FMI en Tokio con cuatro elementos de considerable gravedad, todos ellos interconectados: 1) España ocupaba el penúltimo lugar mundial en la previsión de crecimiento para 2013; 2) su rescate global por la UE podría evitar nuevos episodios de turbulencia que aumentasen la prima de riesgo hasta los 750 puntos; 3) si el Gobierno español lo pedía, los países más prósperos y saneados, como Alemania, deberían facilitarlo, y 4) había que conceder a los países periféricos como Grecia, pero también a España, periodos más amplios para cumplimentar sus compromisos de reducción del déficit público. Finalmente, no hubo rescate total pero sí parcial, acotado al sector financiero.

Aunque fuesen algo edulcoradas, la verdad es que, en 2012, desde el FMI no llegaban precisamente buenas noticias a España, donde llovía sobre mojado. Meses antes de la asamblea del FMI, en pleno verano de aquel año, el entonces presidente de EE UU, Barack Obama, había llamado por teléfono al ex jefe del Gobierno, Mariano Rajoy, que a primeros de agosto estaba de vacaciones en Sanxenxo. Ambos hablaron sobre la crítica situación económica de España y de la UE. 

¿Era tan extraño el interés de Obama? No. ¿Tenía que ver con el apoyo del FMI a España? Sí. Tanto EE UU como el FMI salían en auxilio de España y no precisamente por solidaridad, sino por su propio interés: la eurozona estaba adentrándose en una nueva recesión que amenazaba a la economía de la primera potencia mundial, donde el demócrata Obama tendría elecciones tres meses después, en las que revalidaría por cierto su mandato. Forzar a Alemania a echarle una mano a España y a Italia, mediante una rebaja de los tipos de interés, tenía un precio, pero aun siendo alto sería inferior al de contaminar la eurozona y EE UU, cuya interdependencia era grande. @J_L_Gomez

La clave estaba en la eurozona

¿Qué estaba realmente en juego en España aquel año 2012 y que se esperaba entonces de Europa? Básicamente, tres cosas: una, que bajasen los tipos de interés, de modo que España pudiese financiarse en los mercados; dos, como reclamaba el presidente Rajoy, que fructificasen cuanto antes las medidas financieras, empezando por la recapitalización de bancos como Bankia o Novagalicia, y tres, que se fuese devaluando el euro, hasta niveles de 1,15 o incluso 1,10 con respecto al dólar.

¿Desaparecieron las malas noticias sobre España por suavizarse el informe del FMI de 2012? Para nada. Más bien, al contrario: llegaron noticias de peores previsiones del propio FMI, recorte del rating español, presupuestos cuestionados por inviables, test de estrés de los bancos en entredicho, amenazas independentistas desde Cataluña y Euskadi, rescates de autonomías incapaces de hacer frente a su deuda… Pero la clave no estaba tanto en España como en el conjunto de la zona euro.

––––– PROTAGONISTAS –––––

> Christine Lagarde, directora gerente del FMI.- En sus previsiones de 2012 se decía que cinco países de la moneda única, entre ellos España, no recuperarían al menos hasta 2018 el nivel de actividad que tenían antes de la crisis, primero financiera y estadounidense y después de deuda y europea.

> Paul Krugman, premio Nobel de Economía.- Lo que decía terminó asumiéndolo el propio FMI en 2012: la austeridad presupuestaria, por sí sola, era tan inútil como contraproducente. La clave era la recaudación: a menores rentas, menos ingresos fiscales y más riesgos de déficit público.

> Luis de Guindos, ex ministro de Economía.- De aquellos años en los que el FMI hacía informes a medida se recuerda una frase del entonces ministro de Economía, Luis de Guindos, que ahora se entiende mejor. No se le ocurrió mejor cosa que decir que las previsiones del FMI no estaban “escritas en bronce”.

> Jordi Sevilla, ex ministro socialista.- En su libro “Seis meses que condujeron al rescate” relata que la resistencia a irse de Bankia de Rodrigo Rato y las dudas del Gobierno de Rajoy para forzar su marcha acabaron por precipitar el rescate europeo de más de 40.000 millones para la banca.

Comentarios