La crisis económica e institucional debería conducir a una reforma de la Constitución española

A la Constitución le hacen falta aires nuevos que la adapten a los tiempos actuales, concediendo un autentico protagonismo y poder a los ciudadanos, lo que mejoraría la imagen del país.
La crisis económica e institucional debería conducir a una reforma de la Constitución española

La grave situación de crisis económica que vive España, la creciente desafección de la ciudadanía respecto de los políticos, el progresivo deterioro de las instituciones del Estado, entre ellas la Monarquía y el elevado coste de sostenimiento de nuestro modelo territorial hace necesario plantearse si nuestra Constitución da claras y evidentes señales  ya no solo de agotamiento sino de relevantes carencias, que obligan a plantearse la necesidad de una modificación del texto constitucional e incluso de abrir un nuevo proceso constituyente que de lugar a un nuevo texto constitucional adaptado a la realidad actual de España y que introduzca instrumentos que faciliten que la voluntad de los ciudadanos pueda poner fin a los desmanes que día tras día estamos sufriendo  con una enorme sensación de impotencia.

Recientemente hemos visto como  Suiza permite que sus ciudadanos reuniendo 100.000 firmas pueden convocar un referéndum para limitar los salarios de altos directivos empresariales, y la realidad es que mediante ese sistema pueden también, por ejemplo, cesar a determinados órganos de gobierno.

En España carecemos de esa posibilidad y no sólo eso sino que la ciudadanía, el pueblo soberano,  en una situación de creciente desafección de sus políticos y de crisis de sus instituciones, no puede mediante la reunión de un determinado número de firmas obligar a  convocar un referéndum que tenga por objeto la reforma de la Constitución ya que ello está reservado al Gobierno, al Congreso, al Senado y a la propuesta de las Asambleas Legislativas de las Comunidades Autónomas, es decir, estamos atados a la voluntad de unos políticos  cada vez más  alejados de la ciudadanía que, en gran medida no se siente representada por los mismos; y, encima,  tal reforma exige unas mayorías reforzadas que dificultan e imposibilitan en gran medida la misma.

En mi opinión, nuestro país necesita una reforma constitucional o un nuevo texto constitucional que introduzca:

– Un nuevo modelo territorial de Estado menos costoso, más eficiente y que elimine las duplicidades, ya que en la situación económica en que nos encontramos resulta chocante rescatar Comunidades Autónomas  que no se sostienen financieramente o entidades locales minúsculas carentes de eficiencia y en cambio los ciudadanos tengamos que soportar continuos recortes en sanidad, educación,  pensiones etc.

– La obligatoriedad de convocar un referéndum reuniendo un determinado número de firmas acreditadas al objeto de cesar al partido/s gobernante a nivel estatal, autonómico y local, en materia de rescate económico, pertenencia o salida de a entes supranacionales, limitación de retribuciones económicas de determinados estamentos, modificación del texto constitucional, etc., lo que evitaría abusos de poder, corrupción, incumplimiento de promesas electorales etc.

– La eliminación del Senado, cuyo poder decisorio es  nulo, resultando innecesario, y su sostenimiento representa un altísimo coste económico para nuestro país; países europeos como Noruega y Suecia carecen de Senado.

– La limitación de los mandatos electorales  a dos ( máximo 8 años) afectarte a toda clase de representantes políticos.

– La posibilidad de exigir  responsabilidad al Jefe del Estado por su actuación; que al Jefe del Estado no se le puede exigir responsabilidad como ocurre actualmente está trasnochado y es propio de tiempos ya muy pasados.

– Modificación del sistema de elección de determinados órganos del poder judicial suprimiendo la posibilidad de la elección de los mismos por el Gobierno, el Congreso y el Senado, como ocurre actualmente, a efectos de lograr una efectiva separación de los tres poderes, legislativo, ejecutivo y judicial.

– Etc.

Es fácil imaginar que si actualmente nuestro texto constitucional contara con las posibilidades descritas y pudiéramos utilizarlas se evitarían muchos de los desmanes y escándalos con los que cada día nos levantamos, las irresponsabilidades políticas, los reiterados incumplimientos de promesas electorales, se eliminaría una buena parte de la corrupción, podrían evitarse recortes en sectores esenciales como educación y sanidad, y nos ayudarían a la salida de la crisis económica, mejorando desde luego la imagen de España.

En definitiva, que a nuestra Constitución le hacen falta aires nuevos, que la adapten a los tiempos actuales, concediendo un autentico protagonismo y poder a los ciudadanos.

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