Junio de 2016: la reacción termidoriana

Cuadro de Juramento.
Cuadro de Juramento.

Es la hora de la política con mayúsculas, de la centralidad y de la practicidad. Es la hora de una reacción termidoriana para España, según destaca este autor en su vuelta a MUNDIARIO.

Junio de 2016: la reacción termidoriana

Tras la caída del “Incorruptible” Robespierre, comenzó la fase de la Revolución Francesa conocida como “Termidor” o “Reacción termidoriana” que abarcó apenas 15 meses, entre julio de 1794 y noviembre de 1795. Este período, a menudo ninguneado a lo largo de la Historia y pasado por alto por la mayoría de los historiadores, tuvo una importancia vital a la hora de reorganizar Francia y retornar a los valores de 1789.

Una de las figuras clave en este período fue René Levasseur, cuyas Memorias son un testimonio inmejorable para acercarnos a la realidad de ese momento histórico. En palabras del propio Levasseur: “Los termidorianos no tenían opiniones fijas, no tenían doctrinas preestablecidas. Estudiaban la opinión pública con el fin de conformarse a ella, y todas sus acciones eran resultado de la influencia externa. De esta manera, cuando quedó claro que la moderación era el deseo general, hicieron gala de la moderación”.

Tras las elecciones celebradas en nuestro país el pasado 20 de diciembre, a España no le conviene lo que erróneamente algunos se empeñan en llamar “segunda transición”. Quizá lo verdaderamente interesante sería plantear una fase similar a ese período en el que los termidorianos, desde su moderación, consiguieron retornar a los valores de 1789. Pero en el caso de nuestro país, se trata de volver a los valores de 1978 con la contundencia que la situación necesita y con las herramientas que el Estado de Derecho proporciona.

Los innumerables casos de corrupción que acosan a los dos grandes partidos deben hacer de fórceps para el parto de un nuevo consenso sin necesidad de ruptura alguna con el régimen constitucional vigente. Es necesario ser implacables en defensa de las instituciones, rompiendo con la tiranía de la corrupción y con la supremacía de la Ley como eje sobre el que pivotar.

Los hombres de Termidor (Frèron, Barras, Fouché, Tallien…) condujeron con coherencia, moderación y estabilidad tanto la política interior como exterior del país, en un clima extremadamente difícil tras el Terror jacobino. Fue un régimen desde la centralidad, que no aplacó a la izquierda, pero tampoco se congració con la derecha. En apenas quince meses crearon 16 nuevos comités para evitar el vacío que habían dejado los comités de Salvación Pública y de Seguridad General; pusieron fin a los subsidios a la nueva religión creada por Robespierre y su “deidad” comprometida con el Estado; llevaron a cabo una amnistía a los rebeldes de Île-et-Vilaine, ejemplo del deseo de paz que realmente animaba a los termidorianos en el marco nacional. Y todo ello en un ambiente “post bélico”, con una nación dividida en diversas facciones violentas, con una economía de guerra tras la pésima cosecha y la abolición de la ley de máximo, una inflación galopante, diversos conflictos en el exterior…

El final de la crisis marca el comienzo y la oportunidad de una nueva era para la política, para las instituciones y para un país terriblemente castigado en los últimos 8 años. Los electores han decidido que no haya mayorías, y parece que todo indica que será igual si hay nuevas elecciones el próximo junio.

En los últimos días hemos vivido una gran noticia, y ha sido que el Congreso de los Diputados ha vuelto a ser el centro de la vida política nacional y de la atención pública. La ciudadanía española ha demostrado sobradamente estar a la altura de las circunstancias. Es la hora de la Política con mayúsculas, de la centralidad y de la practicidad. Es la hora de una reacción termidoriana para España.

Comentarios