El golpe de Estado en Mali afecta a la política exterior de España

Militares al frente del golpe. / Rebelión
Militares al frente del golpe. / Rebelión
El interés geopolítico del Gobierno español se ancla en dos vectores. De un lado el control de la inmigración irregular, para lo que se mantienen programas de ayuda y cooperación con todos los países de la región. Por otro la prevención del terrorismo yihadista, en expansión por todo el Sahel a través de grupos locales.
El golpe de Estado en Mali afecta a la política exterior de España

Desde comienzos del siglo, la situación política y de seguridad en los países del Sahel, denominación referida al espacio subsahariano entre ambos océanos africanos, se ha venido deteriorando. La intervención inicial de Estados Unidos a través de programas de formación y ayuda, dio lugar a partir de 2008 a una mayor implicación de la UE, bajo la presión de algunos de sus miembros, entre ellos España, y bajo el liderazgo de Francia, antigua potencia colonial en la región. En 2011 se adoptó una estrategia comunitaria que ha recibido distintas críticas pero que ha servido para canalizar los programas de actuación en vigor.

Al año siguiente tuvieron lugar elecciones presidenciales en Malí, uno de los países más pobres del planeta, de las que salió electo quien acaba de ser destituido y forzado a dimitir así como a disolver el Parlamento. Al parecer, durante su mandato no se mejoró ni la situación económica ni la de seguridad, lo que explicaría el apoyo popular recibido por los golpistas. De hecho durante los últimos meses otros Jefes de Estado de la región trataron de aconsejar al Presidente maliense sobre la necesidad de efectuar cambios, sin resultados aparentes. Por otra parte en 2012 grupos insurgentes, tuaregs y yihadistas, trataron de crear un nuevo Estado en el norte del país. La debilidad del ejército dio lugar a una misión internacional liderada por Francia que en dos meses de operaciones militares restauró la frágil normalidad. Debe hacerse notar que, como en otros muchos países africanos, el poder gubernamental se reduce a las zonas urbanas.

Comprobada la debilidad militar, la ayuda internacional se ha canalizado, entre otras medidas, en la formación y especialización de sus cuadros y tropas. España aporta la mitad del contingente necesario, 290 militares, que además desempeñan otras misiones colaterales de cooperación humanitaria. La misión se financia con fondos de la UE

El interés geopolítico del Gobierno español, se ancla en dos vectores. De un lado el control de la inmigración irregular, para lo que se mantienen programas de ayuda y cooperación con todos los países de la región. Por otro la prevención del terrorismo yihadista, en expansión por todo el Sahel a través de numerosos grupos locales. Es ahí donde el refuerzo de la capacidad militar del Estado maliense es imprescindible.

Todo ello ha dado lugar a una reorientación de la ayuda al desarrollo prestada por España, unos 2500 millones de dólares anuales, que ha pasado en una década de estar volcada en Latinoamérica mediante iniciativas muy dispersas, a concentrar esfuerzos y dedicar una parte creciente a África. En la actualidad África representa el primer destino regional, con un 30% del total de ayuda, mientras que la referida al Sahel alcanza al 26% del total.

Tras el golpe de Estado, el líder opositor que había sido secuestrado hace cinco meses, aparentemente por grupos yihadistas, ha dado pruebas de vida, una forma de respuesta sobre la que es prematuro extraer conclusiones. Más allá de las quejas emitidas por todos los organismos internacionales, es probable que se esté creando una nueva realidad política con la que habrá que negociar. En el horizonte, el traspaso de la responsabilidad securitaria al Gobierno, lo que liberaría a Francia de una presencia militar que actualmente sobrepasa los cinco mil efectivos con numerosos medios aéreos y terrestres. @mundiario

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