Colombia se asoma a unas conversaciones con las FARC que pueden traer la paz
Álvaro Uribe Vélez, ex presidente de Colombia (2002-2010) World Economic Forum vía Compfight
El Gobierno de Álvaro Uribe Vélez (2002-2010), se caracterizó por la lucha diaria entre las montañas y la ciudad con el Ejército Nacional de Colombia y los grupos subversivos. Una guerra que tuvo dos puntos álgidos y determinantes en la violencia colombiana: El asesinato de Raúl Reyes, el 26 de marzo del 2008, en la “Operación Fénix”, y el rescate de la representante a la presidencia de Colombia, Ingrid Betancourt, el 2 de julio del mismo año, en la denominada “Operación Jaque”. Hechos ejecutados por las Fuerzas del Estado y que tuvieron una repercusión positiva en la imagen nacional e internacional del país.
A raíz de estos acontecimientos, las FARC sufrieron un resquebrajamiento en su estructura organizativa, la cual perdió el norte a causa de la muerte de Raúl Reyes (portavoz y segundo al mando de grupo subversivo) y Tirofijo (cofundador y comandante de la organización). Razones que le otorgaron una ventaja al Ejército para continuar con su lucha por la exterminación del grupo terrorista. Guerra que no disminuyó el desplazamiento de los campesinos colombianos, sino que la acrecentó.
Con la llegada de Juan Manuel Santos a la presidencia colombiana, el 7 de agosto del 2010, llegó un nuevo golpe para las FARC el 23 de septiembre de ese período en curso, con la “Operación Sodoma”; aquí fallece, Jorge Briceño Suárez, alias el Mono Jojoy, quien estaba al mando de la organización. Así es como el Estado obliga a las FARC a replantearse su política de actuación y se pone en marcha un nuevo proceso de paz -el anterior se había desarrollado durante el mandato del expresidente Andrés Pastrana Arango 1998-2002-, que pretende poner punto y final al conflicto que ha azotado al país durante más de cuatro décadas.
El proceso de paz se dio a conocer el pasado 27 de agosto a través de un comunicado en el cual se explicaba el procedimiento a seguir en estas negociaciones. El presidente manifestó que los diálogos van a estar divididos en tres partes; la fase de exploración, negociación, y finalmente la fase de fin del conflicto con una duración de no más de un año, evitando caer en los errores del pasado.
El pistoletazo de salida se celebró el 18 de octubre en la ciudad de Oslo (Noruega), en un acto al que asistieron cinco representantes del Gobierno, cinco de las FARC y cuatro mediadores noruegos y cubanos. La segunda ronda se inició el pasado 20 de noviembre en la Ciudad de La Habana (Cuba), en donde Luciano Marín Arango, alias Iván Márquez (jefe negociador de las FARC), anunció la decisión del mando central de un cese de hostilidades entre el 20 de noviembre y el 20 de enero del 2013, con el fin de demostrar que sus intenciones son firmes y buscan llegar a un acuerdo rápido y fructífero para las dos partes.
El expresidente de EE UU y Premio Nobel de la Paz, Jimmy Carter es una de las personas que más está apoyando este proceso porque “la recuperación de la confianza se verá favorecida con la suscripción de acuerdos escritos y claros sobre cómo las partes involucradas decidan identificar su responsabilidad en los perjuicios y pérdidas causados a los ciudadanos y en la reparación de las víctimas; la reincorporación de excombatientes a la vida civil, y las garantías y verificación de todos los acuerdos”.
Este es uno de los fines que se pretende conseguir con el proceso de paz, que después de un mes de receso retomaron las conversaciones en La Habana con el jefe negociador de las FARC, Miguel Márquez y el jefe negociador del Gobierno, Humberto de La Calle Lombana. En la mesa de negociación también están los representantes de las FARC Jesús Santrich, Rodrigo Granda, Andrés París y Simón Trinidad y los voceros del Gobierno Sergio Jaramillo, Frank Pearl, Luis Carlos Villegas, General óscar Naranjo y Jorge Mora. Todo se desarrolla con el objetivo de no prolongar más la salida a este conflicto armado.
Si se les pregunta a las personas que han vivido de cerca el conflicto cuál es la esperanza de futuro para Colombia, la mayoría responderá que la situación es muy difícil que llegue a su fin. Algunos piensan que la solución está en no dar tregua a la guerrilla, como hizo el expresidente Álvaro Uribe Vélez y otros piensan que el camino correcto es el proceso de paz iniciado por el presidente Juan Manuel Santos.
La realidad es que los verdaderos afectados por el drama colombiano son los inocentes que sufren en silencio, quienes solo piensan en una cosa: seguir luchando para sobrevivir.
