España y Alemania, dos realidades políticas distintas y distantes en lo esencial
Habíamos escrito una columna semejante a esta hace unos dos meses, seguros de que en Alemania volverían a la gran coalición, sin problemas durante el tiempo necesario para pactarla. Así fue.
¿Qué se puede esperar de un país que, al inaugurar el AVE Barcelona-París, proclama que nos une a Europa?
Habíamos escrito una columna semejante a esta hace unos dos meses, seguros de que en Alemania volvería a haber gran coalición sin problemas durante el tiempo necesario para pactarla. Así ha sido.
Ya durante la RFA las grandes coaliciones se impusieron cuantas veces fue necesario. Tras la reunificación, entre 2005 y 2009, se estableció una casi idéntica a la que ahora se abre con Gabriel, líder del SPD a la cabeza, pero a la sombra de Frau Merkel. Empieza a ser común que “detrás de cada mujer haya un gran hombre”, y cada día con mayor frecuencia ni eso, si no pregúntenle a la chilena Bachelet, la brasileira Rousseff y la argentina Fernández. En Europa las cosas van más despacio y en USA, aún no, con permiso de Hillary Clinton.
Volviendo a la cuestión alemana, ¿seguirá alguien creyendo en la casualidad?
Alemania derrotada en la I Guerra Mundial, Alemania potencia mundial sólo 20 años después, Alemania invadida y dividida tras la II Guerra Mundial, nuevamente potencia aun antes de reunificarse. Con y sin proclividad belicosa.
El alemán medio suele pensar que vive en “un país de principios”, lo cual significa un país de convicciones colectivas llevadas a la práctica.
No somos germanófilos ni germanófobos, pero estamos hartos de que se atribuyan a Berlín los males recurrentes de la Europa meridional.
Si ni siquiera somos capaces de reconocer la multinacionalidad del Estado español, ¿se imaginan una gran coalición PP-PSOE o viceversa?
¿Qué se puede esperar de un país que, al inaugurar el AVE Barcelona-París, proclama que nos une a Europa?
