Ban Ki-moon ofrece su último discurso cargado de dureza hacia los dirigentes políticos
El Secretario General de Naciones Unidas (ONU) dejará su cargo a finales de 2016. Su último discurso lo ha ofrecido en la 71ª sesión de la Asamblea General y no ha dejado indiferente a nadie.
El 1 de enero de 2007, Ban Ki-moon, natural de la República de Corea, se convirtió en el octavo Secretario General de las Naciones Unidas, aportando a su cargo 37 años de experiencia al servicio del Gobierno de su país y en la escena mundial. Cuando fue elegido Secretario General de la ONU, ocupaba el cargo de Ministro de Relaciones Exteriores y Comercio de la República de Corea.
Actualmente con 72 años, casado, padre de un hijo y dos hijas y con cuatro nietos, Ban Ki-moon, ha ofrecido su último discurso como Secretario General de las Naciones Unidas pues su mandato finaliza al terminar el año 2016.
Cuando asumió el cargo, Ban Ki-moon relató las que serían sus acciones prioritarias en la ONU:
10 años después de la exposición de sus acciones prioritarias, Ban Ki-moon ofrecía su último discurso en la 71ª sesión de la Asamblea General de la ONU que se está llevando a cabo en la sede de la organización en Nueva York. Este estuvo marcado por duras palabras para advertir sobre los peligros que acechan al mundo, a la vez que introdujo palabras de esperanza para señalar los caminos que hay para superar los peligros y prevenirlos.
El aún Secretario de General de las Naciones Unidas se centró en los siguientes puntos:
> La gran desconfianza que existe en los ciudadanos con sus dirigentes. Una problemática que no parecía tener lugar hace 10 años.
> “La Tierra nos ataca con aumentos de nivel del mar, sequías, meteoros extremos”, señaló Ban. Por ello hizo hincapié en la necesidad de que el Acuerdo de París contra el Cambio Climático entre en vigor antes del cierre de este año. “Sólo necesitamos 26 países más, un 15% de las emisiones de gas invernadero”, afirmó el Secretario General. Una lucha frente al Cambio Climático que ya estaba en su agenda de prioridades en 2007 y para la que ha tenido una dura muy expresiva frase: “Nuestra propia generación ya está en peligro”.
> “130 millones de personas necesitan asistencia para vivir”, dijo Ban, expresando su convencimiento de que las naciones actuales tienen la capacidad de poner coto a la guerra, la pobreza y la persecución. En consecuencia, cerrar la brecha entre ricos y pobres.
> Para los dirigentes del mundo ha tenido un sonoro tirón de orejas: “Dirigentes que cambian la constitución, manipulan elecciones… para aferrarse al poder. Asumir un cargo es la confianza conferida por pueblo, no es un bien personal. Presten servicio a su pueblo, no saqueen los recursos de su país, no encarcelen a la crítica, no dilapiden la democracia”. En definitiva, un consejo para todos ellos: no se aferren al cargo. El claro ejemplo en Latinoamérica lo representa Nicolás Maduro en Venezuela.
> También advirtió sobre el peligro de los discursos demagogos contra los refugiados y migrantes. “No participen en la matemática política peligrosa y cínica que dice: agregará votos dividiendo a la gente y multiplicando el temor”, señaló Ban. Un claro ejemplo de esta advertencia podría ser Donald Trump en Estados Unidos.
> El Secretario General tuvo duras palabras para quienes perpetúan el conflicto en Siria tanto dentro como fuera del país y no perdió la oportunidad de señalar a los dirigentes de países representados en la sala en la que dio el discurso. Igualmente señaló al gobierno de Siria como el mayor culpable en la muerte de inocentes.
> Por último, un mensaje de esperanza: "El motor de cambio más grande que existe es el poder del pueblo".
Temas como el empoderamiento de la mujer y el desarme y no proliferación de armas nucleares, aspectos claves de su agenda de actuaciones hace 10 años han quedado relegados frente a un nuevo escenario internacional donde el declive de la democracia es latente en muchos países, ya no solo en zonas subdesarrolladas sino en potencias mundiales como Europa o Estados Unidos, en donde los discursos demagogos y las propuestas populistas no hacen sino resquebrajar a una ciudadanía dolorida por una crisis económica de la que aún intentan salir. Un caldo de cultivo, la desesperanza/desconfianza a la que hizo referencia Ban Ki-moon, que provoca la proliferación de los populismos.
Pero como en todos los discursos de Ban Ki-moon, la esperanza está latente y en su último discurso no podía faltar una alabanza a los avances que se han dado en el aspecto tecnológico en los últimos diez años. Poniendo el ejemplo concreto de los teléfonos y las redes sociales, las cuales más allá de una distracción, han creado movimientos sociales de solidaridad y otra forma de trabajar y comunicarse. Todo ello dirigido por el poder del pueblo.