Ayuso confronta con Casado para sustituirlo, pero su influencia política se reduce

Isabel Díaz Ayuso en la manifestación de Colón. / Twitter @IdiazAyuso
Isabel Díaz Ayuso en la manifestación de Colón. / Twitter @IdiazAyuso

Si la presidenta madrileña pierde el pulso actual, como todo indica que ocurrirá, habrá sufrido un desgaste innecesario pero sobre todo habrá cosechado la desconfianza de los suyos.

Ayuso confronta con Casado para sustituirlo, pero su influencia política se reduce

Es ya un tópico comentar el bajo nivel de lecturas de los políticos nacionales especialmente en comparación con los de antaño. No es un argumento demostrable por lo que nos inclinamos a considerar que su interés lector es similar al de la media del país. En cualquier caso si no leen directamente, se supone que su entorno suple los déficits. Al menos de los clásicos del ensayo político, como Weber. Fue este autor, hace ya un siglo, un gran estudioso de los partidos políticos y de los políticos. Entre otros análisis estudió el protagonismo de los aparatos dirigentes de las organizaciones políticas, considerándolos como verdaderos agentes electorales, con sus propios intereses, básicamente, supervivencia, estabilidad y cohesión.

Esa lección clásica de la teoría política está siendo clamorosamente olvidada por la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, quien tras vencer arrolladoramente en las últimas elecciones autonómicas ha decidido confrontar con su propio partido y con su máximo dirigente, Pablo Casado, repitiendo un episodio ya vivido con su antecesora Esperanza Aguirre. Es una batalla en la que tanto Ayuso como Casado y el propio PP van a sufrir más de lo que ganarán. Todos sus rivales, como es lógico, observan el combate con el máximo interés, evitando distraerlos.

Las listas electorales, en juego

Lo que está en juego es la elaboración de las listas electorales. Dado el elevado peso de los diputados madrileños en el Congreso, el riesgo de que sean desafectos con la dirección nacional, incluso el mero choque de lealtades, es un potencial desestabilizador que Casado no puede permitir. Ayuso ha optado por hacer público el conflicto, una estrategia de dudosos beneficios pues si el objetivo último es reforzarse para optar a dirigir la organización, si en las próximas elecciones Casado no resulta elegido Presidente, la confrontación actual le restará los apoyos de otros dirigentes más templados como los de Andalucía o Galicia. Al confrontar tan groseramente con su propio partido, Ayuso se aísla y su influencia política se reduce.

La presidenta madrileña añade beligerancia interna a su escoramiento político hacia la derecha más radical y hacia Vox. Si pierde el pulso actual, como todo indica que ocurrirá, habrá sufrido un desgaste innecesario pero sobre todo habrá cosechado la desconfianza de los suyos. La tentación de ser el verso libre de su partido seguirá viva pero es un camino con final incierto. Basta recordar la campaña fulminante para deshacerse de Cristina Cienfuegos desde dentro de su partido, mediante la oportuna filtración de un escándalo cuidadosamente guardado durante años.

Para Casado todas las opciones también son malas. No puede perder la batalla pero si opta por el Alcalde de Madrid como ariete frente a la Presidenta madrileña, desgastará a un dirigente hoy respetado, que no necesita dicha responsabilidad. La salida lógica hubiese sido pactar con discreción una figura de prestigio neutral en la contienda. Cuando no ha ocurrido así es porque no se fían los unos de los otros, es decir, porque el objetivo último trasciende a las listas electorales.

Ábalos en la picota

Estos días un medio digital poco conocido ha publicado una serie de artículos tratando de explicar los motivos del cese de quien fue Ministro de Fomento hasta el pasado mes de julio, además de máximo responsable de la organización socialista. Citando fuentes varias, que el interesado ha desmentido amenazando con acciones judiciales, el medio atribuye a asuntos de índole privada las razones del cese. Ahora bien, para los cargos públicos los límites de la privacidad son más estrechos que para los demás ciudadanos, estando sometida a un mayor escrutinio público.

Las informaciones publicadas tienen el aspecto de fuego amigo por lo que cabe preguntarse por el objetivo que se intenta conseguir mediante tal censura sobre asuntos presuntamente ocurridos hace muchos meses y en todo caso sancionados con el cese. Los datos hasta ahora son escasos pero, como en el caso de Ayuso, los objetivos pueden ser de largo alcance. @mundiario

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