Almeida se radicaliza y quema su imagen

José Luis Martínez-Almeida, alcalde de Madrid. / Mundiario
José Luis Martínez-Almeida, alcalde de Madrid. / Mundiario

Vox impone su agenda sin necesidad de gobernar mientras el Partido Popular muestra desprecio por la cultura y hace de menos a una escritora aclamada por el público.

Almeida se radicaliza y quema su imagen

De entre los nuevos regidores municipales surgidos en 2019, ninguno ha despuntado más que el Alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida. De ser prácticamente desconocido en aquel momento pronto logró un elevado reconocimiento por su estilo próximo, sencillo y pragmático. Durante el período del confinamiento llevó su imagen a las cotas máximas de respeto, consiguiendo además una convivencia sin estridencias con su socio de gobierno, Ciudadanos. Sin embargo desde que fue ungido como responsable de comunicación de su partido, ha ido cometiendo error tras error hasta culminar en el despropósito de los últimos días.

Tuvo que confrontar a diario con el Gobierno estatal, en detrimento de su propia imagen local, se alistó en la absurda confrontación interna contra la Presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso y ha protagonizado una polémica bochornosa a cuenta de la fallecida escritora Almudena Grandes. En pocos meses se ha transformado en uno más de los dirigentes radicalizados, prestos a cambiar de opinión siempre que convenga y distante del sentir ciudadano. Como en otros casos, la proximidad de Vox le está llevando a asumir sus posiciones a pesar de que no formen parte de su Gobierno. Es obvio que está preparando el cambio de alianzas.

Sin embargo la polémica sobre la escritora, además de revelar el escaso nivel cultural habitual en el mundo político, ilustra sobre la desaforada política que vivimos.  Almudena Grandes no necesita honores públicos para ser reconocida como una gran escritora. Como prueban sus numerosos lectores y la crítica literaria, su valoración está muy por encima de lo que opinen, aprueben o boicoteen los representantes públicos. Ha sido lamentable, por torpe, el intento de instrumentalizar su figura, proponiendo los unos homenajes inmediatos y rechazando los otros ese intento. La razón inmediata no era su calidad literaria, sería mucho pedir en el estrecho mundo partidista, sino su labor como articulista de actualidad.

Almudena Grandes. / Twitter

Almudena Grandes. / Twitter

Almudena, como otros muchos escritores, mantuvo siempre una presencia en la prensa con artículos de opinión, frecuentemente sobre la actualidad política, alineándose claramente con las posturas de la izquierda. Estaba en su derecho como lo están sus numerosos colegas que se alinean con otras posiciones u opinan sobre temas menos controvertidos. Pero en el mundo político su perfil como articulista pesa más que su trayectoria como escritora al igual que ya ha ocurrido en otros casos.

Un elemental criterio de prudencia hace recomendable que los honores se pacten antes de hacerlos públicos, para no desairar a los presuntos homenajeados. Aquí se ha hecho al revés. Unos tenían prisa por imponer su criterio y los otros mucho interés en no ceder. Pero la política municipal ha llevado al Alcalde Almeida a necesitar algunos votos de la izquierda para aprobar los Presupuestos municipales. El precio del pacto ha sido desdecirse sobre el veto a los honores y, para justificarse ante los suyos, hacer unas declaraciones lamentables sobre la escritora fallecida.

Los reconocimientos otorgados de forma poco meditada o tan tortuosa como en este caso, pueden tener corto recorrido. Estamos asistiendo a una revisión de la historia que lleva a muchas ciudades de todo el mundo a eliminar monumentos, revisar denominaciones y retirar títulos a partir de una visión presentista de la historia. A pesar de lo cual, el escritor y pareja de Almudena, Luis García Montero se ha sumado a la polémica de forma obscena en lugar de exigir respeto. Que además sea un alto cargo del Gobierno como Director del Instituto Cervantes, le da otra dimensión a la polémica, alimentando el deseo del PP por  confrontar.

Hay votos suficientes para aprobar la reforma laboral

El tacticismo de los partidos en el momento actual se refleja en el trámite parlamentario de la reforma laboral. Frente a la pretensión inicial del Gobierno de aprobarla sin cambio alguno, la presión de sus aliados parlamentarios puede obligar a cambios menores para conseguir la mayoría del bloque de investidura que es la única posible. Mientras conviene enredar un poco reclamando que se sume el PP a la mayoría.

Si la reforma se hubiese planteado desde el principio con modestia, dicha pretensión podría tener algún sentido. Pero tras la continua hipérbole de la Ministra de Trabajo, anunciando lo que finalmente no se ha producido, una derogación total de la reforma del Gobierno Rajoy, los puentes estaban rotos. Para el PP apoyar la reforma podría ofrecer la falsa imagen de que comparten tanto su necesidad como su contenido por lo que ya ha anunciado su oposición. En la sombra, la Ministra de Economía estará satisfecha de haber desactivado las pretensiones maximalistas de sus socios de coalición sin fisuras públicas apreciables. Una actuación inteligente del Gobierno frente a la tosquedad exhibida por la Corporación municipal de Madrid. @mundiario

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