El descrédito del Poder Judicial y de la Justicia

Un pleno del CGPJ. / Poder Judicial
Pleno del CGPJ. / Poder Judicial

Mientras el Poder Judicial permanece indiferente, las Fuerzas Armadas han conseguido en pocos años cambiar por completo su imagen, mejorando notablemente su valoración.

El descrédito del Poder Judicial y de la Justicia

A estas alturas el posible acuerdo entre Sánchez y Feijóo sobre la renovación del órgano de gobierno del Poder Judicial, no cambiará la mala opinión que los españoles tienen de la Justicia. Se trata de una las instituciones peor valoradas desde hace muchos años, lo que no parece molestar al Poder Judicial a tenor de las escasas medidas para revertir la valoración. No será por falta de estímulos para su celo, pues sus salarios oscilan entre 125.000 euros para los Vocales y 145.000 euros para el Presidente.

En el descrédito se mezclan varios ingredientes. Sin duda el manoseo político del Consejo General, que nombra a todos los Presidentes de Tribunales territoriales, Audiencias y miembros del Tribunal Supremo, impide considerar a dicho órgano como imparcial o profesional. Su claro sesgo político contagia a los nombramientos efectuados, consecuencia de un sistema de cuotas entre las asociaciones judiciales a su vez alineadas con los partidos políticos. La situación dura ya varias décadas, testimoniando que para los dos partidos mayoritarios no es incómoda, por mucho que durante los últimos meses se nos quiera convencer de lo contrario. Y a pesar de que a una Ministra viajando un día en el Metro le haya parecido detectar un clamor ciudadano ante la parálisis institucional.

El procedimiento viciado ha alcanzado al Tribunal Constitucional, asimismo objeto de cuotas que menoscaban la independencia de sus miembros. La evidencia de que priman más los criterios de afinidad que los de calidad demostrada, es irrefutable, minando la autoridad de sus decisiones.

Pero al descrédito debe sumarse la irresponsabilidad mostrada en los procedimientos judiciales más mediáticos, como los que se siguen por delitos de corrupción. Esta semana la mayor parte de los investigados en la trama Púnica han sido exonerados por prescripción de los posibles delitos, lo que no ha impedido que sus nombres hayan sido suficientemente denigrados en todos los medios durante varios años. También en la operación Pokemon ha continuado el goteo de sobreseimientos. Nadie ha pedido responsabilidades a los jueces que han causado tanto daño innecesario. Y el Consejo General del Poder Judicial no ha mostrado opinión alguna, como suele, ni propósito de cambio.

Las deficiencias procesales están documentadas. De hecho todos los Ministros de Justicia se proponen modificarlas, pero hasta ahora ninguno lo ha conseguido. Las presiones corporativas no facilitan los cambios legislativos. Sin embargo, las repercusiones de la lentitud judicial en la economía de las empresas y de los particulares son bien conocidas.

A pesar de lo que digan algunos exaltados, las elecciones políticas no habilitan al vencedor para disponer libremente sobre todo tipo de instituciones. Solo legitiman para dirigir el Gobierno y la Administración, nada menos pero también nada más. Por vía de hecho, mediante cambios legales, se ha producido la invasión política y por tanto partidista de todo tipo de instituciones, vaciándolas de su sentido originario para transformarlas en apéndices del Gobierno de turno. Véase el Tribunal de Cuentas, encargado de la supervisión de las Administraciones y también de los partidos políticos, cuyos miembros son nombrados… por los partidos políticos. Puede suponerse, y también comprobarse, hasta donde llega su fiscalización.

O el Defensor del Pueblo y órganos autonómicos similares, encargados de supervisar las quejas de los ciudadanos contra las Administraciones, con frecuencia ocupados por altos cargos políticos. Son instituciones que además muestran el fracaso de la jurisdicción contencioso-administrativa como cauce de resolución de las quejas de los administrados. De todo ello nada se habla en las actuales conversaciones entre PSOE y PP.

EL 12 DE OCTUBRE PRESTIGIA LAS FUERZAS ARMADAS

El descrédito de la Justicia contrasta con el creciente prestigio de las Fuerzas Armadas. La animadversión de antaño como consecuencia de su papel durante la dictadura, tras la profesionalización ha devenido en una alta valoración en la opinión pública. A ello han ayudado la supresión del servicio militar, la participación en operaciones internacionales o la actividad de la UME, ente otras actuaciones.

El pasado 12 de octubre, nuestra extraña Fiesta Nacional, una vistosa parada militar ha conseguido un elevado seguimiento televisivo.  Fiesta extraña como se constata en las distintas ciudades españolas donde ningún acto se ha celebrado, pues nadie tiene muy claro lo que realmente se celebra. En todo caso, baño de masas para el Jefe del Estado, en la calle y en la multitudinaria recepción y un espectacular audiovisual del Ejército del Aire. Quizás eso sea la fiesta. @mundiario

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