La semana que Fraga se acercó a Quintana

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La semana que Fraga se acercó a Quintana
La alegría que llevan escrita en su cara dirigentes del PP -sobre todo las mujeres- llama más la atención a veces que las encuestas favorables al PSOE. Algo debe de estar pasando cuando en el PP están tan contentos. Saben que su candidato sale mal valorado, saben que se han metido en un buen lío con Gallardón, saben que Pizarro puede ayudarles pero que está a años luz de Rato, saben que en Cataluña casi nadie los puede ver... pero ahí están, realmente entusiasmados. Puede ser que la respuesta sea no preguntarse por qué, como cantan Fito y Los Fitipaldis en Me equivocaria otra vez.

Las noticias económicas, a las que tan poco caso se les hizo durante toda la legislatura, están ahora de moda y amenazan con convertir un éxito del PSOE poco menos que en un fracaso, lo que denota un claro problema de comunicación y de estrategia. De comunicación, porque el PSOE tiene buenos datos para presumir y, en cambio, el PP lo ha colocado a la defensiva, como si fuese ZP quien subió los tipos de interés o se columpió firmando hipotecas basura en Estados Unidos. También el problema es de estrategia, porque el PP es el que sigue marcando la agenda de los debates, como en gran parte de la legislatura.

Con las caras que más vemos también está pasando algo. A la hora de la verdad, Zapatero tiene que tirar de los veteranos para salvar el 9-M. Y ahí tenemos en primera línea a Rubalcaba y a Solbes, mientras se marchita la frescura de quienes llegaron al Gobierno para aportar imagen. En eso de las viejas y nuevas guardias, Rajoy parece estar renovándose más: al fin, ya no es la hora de Zaplana ni de Acebes.

El que va definitivamente por libre es don Manuel. Su asistencia a la puesta de largo del nacionalista gallego Anxo Quintana en Madrid no es equiparable a sus viejas relaciones con Fidel Castro o Gadafi pero es toda una lección de tolerancia ante los jacobinos de su partido. Y en su terreno de juego, en Madrid.

También en este caso puede ser que la respuesta sea no preguntarse por qué...

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