El precedente del Francisco y Catalina

Desde que un pesquero español avistó, en aguas del Mediterráneo, una patera a la deriva con 51 inmi
El precedente del Francisco y Catalina
Desde que un pesquero español avistó, en aguas del Mediterráneo, una patera a la deriva con 51 inmigrantes procedentes de África, el único gesto humano que se ha observado es el del capitán del barco Francisco y Catalina: primero por rescatar a unas personas en peligro de muerte y en segundo lugar por buscar una solución; por eso confió en las autoridades, al pedir su apoyo. Pero su heroico gesto de impedir la muerte de una gente indefensa ha desencadenado todo un conflicto internacional, con España en el ojo del huracán, y ha puesto de manifiesto otra debilidad más de la Unión Europea, reacia a explorar los mecanismos de las cooperaciones reforzadas.

Libia y Malta -siete días de negociaciones- han obviado el convenio internacional sobre asistencia marítima de 1986, pero parece que no sufrirán ninguna consecuencia, e Italia ha demostrado que no sabe estar a la altura de las circunstancias. Ni siquiera, de su propia palabra, en plena subasta de inmigrantes.

El problema, por tanto, sigue ahí, por mucho que algunos pretendan convertir en un éxito el desenlace de la crisis de estos inmigrantes rescatados. Y alguien debería decirle ahora a los patrones de los barcos que navegan por el Mediterráneo qué deben hacer en casos como el vivido por el pesquero alicantino. ¿Deben ayudar y asumir las consecuencias de que luego los gobiernos afectados no actúen como debieran? ¿O deben mirar para otro lado? ¿Es posible que esté sucediendo esto en Europa?