Ministros sin cartera

En España hubo un tiempo en que había ministros sin cartera: formaban parte del Consejo de Ministros, pero
En España hubo un tiempo en que había ministros sin cartera: formaban parte del Consejo de Ministros, pero al salir de allí, y volver a sus despachos, no tenían a su alrededor veinte directores generales a los que dar instrucciones. Fueron ministros a veces útiles, porque integraban y engrasaban ciertas cosas. Eran tiempos en los que en España todo o casi todo estaba centralizado en Madrid. Ahora, en cambio, que casi todo está descentralizado, todos los ministros tienen cartera.

Pero como la realidad siempre acaba imponiéndose, resulta que hay ministros que conservan sus despachos en unos edificios impresionantes –sobre todo por lo grandes que son-, que, sin embargo, apenas tienen nada que hacer, ni que decidir. Sus competencias son ahora cosa de los consejeros autonómicos... Por eso ahora hay ministros que, como sólo pueden coordinar e ir de vez en cuando a Bruselas a recibir indicaciones, enredan.

La ministra paradigma del enredo es la de Sanidad, Elena Salgado, quien se pasa los días cabreando el personal con sus criterios sobre los vinos, las copas, el tabaco y tropecientas cosas más. Esta ministra debe de pensar que España vive de diseñar y fabricar Mercedes y BMWs, y se olvida de que el petróleo de este país es el turismo; es decir, todos esos millones y millones de personas que vienen a España a pasarlo bien, porque aquí hace buen tiempo, hay playas y catedrales, la gente es agradable y se come –y bebe- muy bien. Un día de estos que Zapatero también deje de enredar con sus otras cosas, no estaría nada mal que recuperase la figura de los ministros sin cartera.