Frialdad ante una buena solución para NCG

Llevamos tanto tiempo con este culebrón de las cajas que es comprensible que haya gente cansada de aguardar una
Frialdad ante una buena solución para NCG

Llevamos tanto tiempo con este culebrón de las cajas que es comprensible que haya gente cansada de aguardar una solución y de soportar tanto enfrentamiento político inútil.

Puede que los criterios del Gobierno y del Banco de España sean estrictos e incluso exagerados, pero aquí el que más y el que menos ha ido encontrando una salida, menos los gallegos, lo cual también parece aconsejarnos que nos lo hagamos ver. Por si eso no fuese suficiente, se da la circunstancia de que siendo como es ahora clave el factor político, resulta que solo Galicia se queda en fuera de juego, teniendo como tiene en Madrid varios ministros gallegos, entre ellos uno que también es el número dos del PSOE, el partido llamado a ir en este asunto de la mano del PP, cuyo número uno es a su vez de Galicia . ¿Y qué tal pinta la cosa, sabiendo que la pueden pactar dos gallegos? Pues no pinta nada bien, desde luego. Y no pinta bien porque la frialdad es grande ante una buena solución para NCG.

Cada día que pasa –y pronto habrá que decir cada hora que pasa–, Galicia corre más riesgos de quedarse sin un sistema financiero propio con masa crítica suficiente. Eso sí, podemos presumir de haber sido reivindicativos, de manifestarnos en la calle y de haber convertido el problema financiero de NCG en un arma arrojadiza de Feijóo contra Zapatero, mientras que otros no han hecho nada de eso, sino algo mucho más sencillo: tender la mano y pactar en Madrid una solución razonable, sin dejar de reconocer los problemas, que están ahí, incluso como pretexto para aquellos que tanto desean llevarse por delante las cajas de ahorros.

Sin pacto político poco podrá hacer NCG tras el día 10, ya que la mera aplicación de los criterios conocidos dificultan una salida digna y apropiada a los intereses económicos de Galicia. En otras palabras, si no hay cuidados políticos paliativos, Galicia habrá perdido la mayor batalla económica de su historia. De hecho, NCG está a estas horas mucho más pendiente de lo que decidan socialistas y populares que de sus planes para integrarse en otra entidad promovida por otras cajas o para poner en pie un banco donde podrá controlar un paquete de sus acciones. La unidad política es necesaria tanto en Madrid como en Galicia. En la capital, para suavizar los efectos del decreto del Gobierno, y aquí, para transmitir confianza a posibles empresarios privados dispuestos a compartir con NCG el accionariado de un futuro banco.

Es todo tan absurdo que Galicia puede quedarse sin sistema financiero propio teniendo armas que otros no tienen: políticos del máximo nivel en el PSOE y en el PP en España y grandes fortunas en Galicia. Otros no pueden decir lo mismo, teniendo problemas financieros similares en sus entidades y mal que bien pactan o van remando. Los gallegos nos peleamos por un juguete que una vez roto no servirá para nadie. Si se cumplen los malos augurios, sería un absurdo más para añadir a la historia negra de este país. Claro que aquí somos especialistas en cargarnos lo que tenemos, salvo que sea tan grande, como le sucede a Inditex, que vuele demasiado alto para el alcance de nuestras escopetas.

En Madrid, en el fondo, no entienden nada de lo que pasa en Galicia con las cajas. Claro que allí tampoco les cabe en la cabeza como el Dépor que humilló al Madrid en el Centenariazo aquí es objeto de persecución mediática, política y financiera. Ellos recalificaron la Ciudad Deportiva para salvar a Florentino de la quiebra y proporcionarle recursos casi ilimitados. En A Coruña, los poderosos decidieron perseguir a Lendoiro, quien por cierto ha sobrevivido no sin dificultades a cuantos quisieron acabar con él.

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