Bye, Aznar; vai, Fraga

El juego de palabras queda mejor en el lenguaje oral que en el escrito. "Bye, bye" puede ser una cariñosa desped
El juego de palabras queda mejor en el lenguaje oral que en el escrito. "Bye, bye" puede ser una cariñosa despedida en inglés, el idioma que ahora habla Aznar en la intimidad (el catalán ya no se puede hablar mientras se lleva el carnet del PP en el bolsillo ante el riesgo grave de sufrir una reacción química adversa). "Vai, vai" es una expresión no menos cariñosa, aunque algo más socarrona, con la que los gallegos despedimos a quien se marcha, por ejemplo, al Senado en Madrid. Suenan igual, pero no es lo mismo.

"Bye, bye" fue, probablemente, lo que dijo Bush a Aznar cuando se despidieron tras el encuentro informal que mantuvieron en los EEUU. Pocas más palabras seguidas puede saber decir un presidente que se hace moratones comiendo galletas y pide permiso a sus asistentes para ir al baño en las cumbres internacionales. Bush y Aznar hablarían, probablemente, de lo bien que va esa guerra que instigaron en Irak, en la que los litros de sangre derramada ya casi igualan a los de petróleo expoliado. Al hilo de esa conversación puede que incidieran sobre las caricaturas de Mahoma (suponiendo que Bush sepa quién es Mahoma o qué es una caricatura, que es mucho suponer en un presidente cuyo hermano cree que España es una república). Aznar opina que occidente no debe pedir perdón por unos simples chistes gráficos, haciendo gala de esa sensibilidad hacia la libertad de expresión que demostró sobradamente durante su mandato poniendo a Urdaci a leer siglas en la penumbra de los Telediarios de TVE. Quizás Aznar reclama para los musulmanes el sentido del humor que el nunca mostró.

Y es cierto que los seguidores de Alá, al menos los más radicales, están demostrando muy mala baba. Y pocas luces, también. Un diario iraní ha convocado un concurso de chistes sobre el holocausto y sobre los crímenes de EEUU como venganza por las caricaturas de Mahoma. O sea, que no sólo revientan todos los argumentos de sus críticas al responder a una falta de respeto con otra falta de respeto, sino que encima establecen un marco de comparación del que saldrán mal parados. Y es que, por muy duros que sean los chistes gráficos iranís, lo más probable es que en occidente no se incendien embajadas, ni banderas, ni se produzcan manifestaciones con decenas de muertos. Y si antes de esta comparativa la pregunta "¿quiénes son los salvajes?" admitía debate, a la vista de lo acontecido la respuesta está cada vez más clara.

El que también está de viaje, aunque de más leve trayecto, es el mentor de Aznar en el PP, Manuel Fraga, que se retirará en Madrid. Curiosamente, las trayectorias suelen ser a la inversa. Uno triunfa en Madrid y luego se retira en su tierra. Fraga, siempre a contracorriente, triunfó en las urnas gallegas y ahora se retira en la capital. Más que "bye, bye", a Fraga le dicen "vai, vai", y se lo dicen sobre todo en su partido. La dirección popular en Galicia necesita manos libres para renovarse y la presencia de Don Manuel no ayudaría demasiado. El 'león de Vilalba' se va a rugir a Madrid, al Senado, esa cámara que nadie sabe para qué sirve (mejor que no lo sepamos o iba a haber más de un cabreo al ver cómo derrochamos tontamente el dinero de nuestros impuestos) y donde no va a tener demasiada repercusión mediática. Sí podrá aportar, sin embargo, su indudable experiencia y sus amplísicos conocimientos políticos para contribuir de una vez por todas a la conversión del inútil Senado en una cámara de representación territorial y para la reforma de una Constitución de la que fue ponente hace un cuarto de siglo y en la que se le olvió poner la fecha de caducidad.