El rugby, ese juego de bárbaros practicado por caballeros, ejemplo de eficiencia

Rugby. / cratcoruna.com
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Es la colectividad la que hace que emanen reglas no escritas, para que un equipo pueda conseguir la máxima eficiencia del conjunto de sus integrantes.

El rugby, ese juego de bárbaros practicado por caballeros, ejemplo de eficiencia

Es en el año 1823, cuando William Webb Ellis, un alumno inglés de la escuela de la ciudad de Rugby, durante el transcurso de un partido de fútbol recogió el balón del suelo con las manos y empezó a correr hacía la portería contraria. Así empezó todo.

El rugby es un deporte de equipo, un juego donde el todo suma más que las partes, en el que el “nosotros” está por encima del “yo”, es el deporte colectivo por antonomasia. Y es esa colectividad la que hace que emanen reglas no escritas, para que un equipo pueda conseguir la máxima eficiencia del conjunto de sus integrantes.
El resultado depende del esfuerzo de todos, de la suma de virtudes, y no del que más virtudes tenga, por ellos son valores del rugby: el compañerismo, la honestidad, la pasión, el coraje, el respeto, la disciplina, la lealtad, el sacrificio, el altruismo…

El equipo es lo primero para un jugador de rugby, sus compañeros de equipo son casi una extensión de su familia, donde todos los perfiles suman y la disciplina y respeto por las reglas establecen un espacio donde no se puede fingir un golpe y tampoco engañar al árbitro, cuya autoridad nunca se cuestiona. Y el tercer tiempo, toda una institución de la que este deporte puede sentirse orgulloso. Terminado el partido, los jugadores de ambos equipos, junto con los árbitros y los entrenadores, ‘disputan’ la última parte del encuentro, el equipo local invita al equipo visitante a comer y a beber para confraternizar y suavizar los resentimientos que pudieran haber surgido.

El rugby es un deporte de equipo, un juego donde el todo suma más que las partes, en el que el “nosotros” está por encima del “yo”, es el deporte colectivo por antonomasia con un lema: "nunca, nunca nunca es nunca"

Resulta curioso que la gran mayoría de los valores que están caracterizando este nuevo ciclo económico están comprendidos en este bello deporte y sin embargo su difusión y popularidad es más bien escasa, si la comparamos con otros, donde todos ellos brillan por su ausencia.

Después de muchos años dedicado a la Dirección Ejecutiva y Desarrollo de Personas, habiendo tenido importantes responsabilidades y experiencias en diversas empresas y organizaciones, tengo que decir que el conocimiento de este deporte me está aportado nuevos bríos en la creación de nuevos sistemas de gestión que estamos desarrollando.

Gracias al CRAT, donde tengo la gran suerte de que mi hijo Alejandro participe, recibo todas las semanas importantes clases magistrales de organización, desarrollo del talento y valores clave que aplico diariamente en mi quehacer profesional y que comparto en todas las empresas en las que trabajo. Además, quiero destacar la labor formidable y altruista de la junta directiva y todos los entrenadores que diariamente y de forma ejemplar dedican una parte de su tiempo a aportar estos valores a los demás de una forma tan sumamente generosa.

¿Es posible su aplicación práctica en la empresa para conseguir valor sostenible?
Al ser las personas uno de los intangibles más importantes de la empresa, cualquier elemento que introduzcamos en este sentido siempre lo aporta, ya que como hemos repetido en diversos artículos, el compromiso de las personas en las organizaciones solo se consigue mediante la comunicación y el alineamiento de los valores corporativos. Impregnar tanto el plan estratégico como todos los sistemas con estos y comunicarlos de forma eficiente, dará a las organizaciones ese espíritu de equipo tan necesario para generar productividad.

Termino con una frase muy utilizada en el rugby y que lo dice todo, “Nunca, nunca nunca es nunca.”

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