¿Por qué la lucha contra el cambio climático y la economía verde son una oportunidad para las pymes?

Energías renovables. / American Public Power Association. / Unsplash
Energías renovables. / American Public Power Association. / Unsplash
La descarbonización de la sociedad será un imperativo tarde o temprano y las próximas guerras ya no serán por el petróleo sino por mantener intactos espacios naturales donde respirar, reproducirnos y alimentarnos de forma sostenible.
¿Por qué la lucha contra el cambio climático y la economía verde son una oportunidad para las pymes?

La globalidad y la revolución digital no son incompatibles con la lucha contra el cambio climático. Las actividades y nuevos oficios en torno a la denominada economía verde, en un entorno global y digital, serán más que un riesgo una oportunidad para las pymes. Fuente de innovación, empleo, riqueza, seguridad y estabilidad entre otros.

Si queremos que Europa, con sus 450 millones de consumidores, sea un contrapunto a EE UU, China y el resto de potencias emergidas, las pymes tienen unas ocasión de oro y las fuerzas políticas una enorme responsabilidad atrasada. Y es que aunque se nieguen, la descarbonización de la sociedad será un imperativo tarde o temprano. No nos engañemos, las próximas guerras ya no serán por el petróleo sino por mantener intactos espacios naturales donde respirar, reproducirnos y alimentarnos de forma sostenible.

Las consecuencias de tantas emisiones de CO2 a la atmósfera las estamos viendo a diario. Nadie, y ningún país por grande o pequeño que sea, es ajeno. Vivimos en propia carne lo que algunos denominan holocausto ecológico, emergencia ecológica, crisis ecológica. Con o sin esos apelativos, lo que es patente es que padecemos un acuciante riesgo de seguridad nacional y global a causa de la destrucción del patrimonio natural.

En esta crisis que nos urge a actuar por una descarbonización acelerada, la economía y el bienestar social han de seguir funcionado pero sin interrupciones. Por eso, economía y ecología han de considerarse no como dos términos antagónicos sino al contrario. El cambio de paradigma nos demostrará que traerá crecimiento, empleo, riqueza y prosperidad si se consigue parar la destrucción del planeta. Sir Nicholas Stern, ex economista jefe del Banco Mundial, ya calculó que la lucha contra el cambio climático nos costará alrededor del 20% del PIB mundial. Más caro nos resultará a los países quedarse de manos cruzadas, tanto en términos contables, como en vidas humadas, desastres, destrucción de biodiversidad y de zonas aptas para la vida.

Hay quienes apelan a un Green New Deal en Europa, pero también en el resto del mundo, como una oportunidad para el crecimiento, el empleo y la vida sin carbono.

Las potencias en nuevas energías verdes.


 

Se calcula que para salvar el planeta el 75% del combustible fósil debería dejar de explotarse. Dado que las empresas cotizadas de gas, petróleo, carbón dejarían de ingresar algo menos de 10 billones de dólares y que a la banca mundial podría afectarle sobremanera tal burbuja, entendemos la resistencia de los lobistas y de las clases dirigentes.

Aunque cada vez más entidades financieras privadas parecen secundar los fondos verdes, aún mantienen en portfolio inmensas sumas en activos que carbonizan la atmósfera. ¿De qué sirve el dinero sin vida en la Tierra?

En España, como en Europa, nadie se ha atrevido hasta la fecha con aprobar una Ley de Cambio Climático. Y por eso, la economía verde y digital del futuro están en punto muerto, por la resistencia al cambio y las interminables disputas políticas. 

Aspirar a una reducción del 50% del nivel de emisiones en Europa en el año 2050, es poco ambicioso. España no puede esperar a reaccionar cuando actúe Europa. Somos uno de los países de menor conciencia y más contaminante tanto acústicamente, lumínicamente, como en derroche de recursos hídricos y de agricultura intensiva que menosprecia el patrimonio ecológico, pese al liderazgo relativo en renovables. Sólo China en el 2018 invirtió más de 100.000 millones de dólares en energías limpias (frente a los 6.800 millones de España). Las cifras de negocio de empresas renovables en España apenas representan un 1% del PIB nacional (frente al 11% del sector del turismo, el 10% automoción, el 10% construcción o  el 13% químico-farmacéutico: todos ellos con importantes índices generadores de CO2).

Las renovables en España dan empleo a menos de 80.000 trabajadores. Las previsiones apuntan a un aumento hasta los 200.000 en una década. Otras predicciones cifran en cerca de 2 millones de empleos nuevos si España apostara más decididamente por la economía verde. En ello, la banca tiene una gran responsabilidad si favoreciera los créditos verdes, fondos de inversión libres de CO2 y descontaminando su cartera de activos fósiles. Demasiada poca importancia se le da al tema desde las filas políticas para que las PYMES y emprendedores apuesten más decididamente por lo verde sin un marco regulatorio seguro y una política industrial favorable hoy por hoy inexistente. Por cierto, algo similar podríamos decir de la economía digital, que serán sin duda dos de los motores económicos de la economía mundial, en vez de seguir ensimismados en las clásicas industrias del siglo pasado.

Trabajos en energías renovables


La economía eco-digital del futuro de seguro revolucionará el concepto del trabajo y la formación, la gobernanza, el cálculo de la renta nacional (PIB ecológico),  favorecerá la innovación, los emprendedores, la aparición de nuevos oficios, nichos de mercado, empleo, ingresos y recaudación, permitiendo un planeta más seguro y con vida, garantizando el cambio generacional, financiar el estado de bienestar, el pago de las pensiones y la cultura de la tercera edad. Las PYMES son clave por su impacto en el bienestar individual y colectivo. Cuanto antes actuemos antes reduciremos la hipoteca. @mundiario

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