La hora de la descarbonización en España 

Álvaro Nadal, ministro de Industria,en el curso de economía organizado por la APIE en la UIMP. / APIE
Álvaro Nadal, ministro de Industria, en un curso de economía organizado por la APIE en la UIMP. / APIE

La situación política, pendiente del relevo de De Guindos y de lo qué pase con Nadal, no favorece la estabilidad ni la cohesión necesaria para afrontar un objetivo tan ambicioso. Mientras, los cambios accionariales en las energéticas se miden en miles de millones y no se conocen todas las consecuencias.

La hora de la descarbonización en España 

La descarbonización energética –una política obligada si se admiten los objetivos de la Cumbre de París sobre cambio climático– se basa en que la economía mundial no puede sostenerse sobre energías contaminantes: la alternativa sería una catástrofe planetaria. Pero una cosa es lo que se dice y otra lo que se hace.

Hay países, como Alemania y España, que se resisten a los planes de cierre de las centrales porque un alto porcentaje de su electricidad procede del carbón. No basta con que funcione la Comisión para la Transición Energética: hace falta cerrar las plantas de carbón; máxime cuando el carbón español no es competitivo en las actuales condiciones de mercado.

El Gobierno ralentiza la ejecución de una política que le viene dada con el pretexto de que la desaparición del carbón elevaría el recibo de la luz

El Gobierno ralentiza la ejecución de una política que le viene dada con el pretexto de que la desaparición del carbón elevaría el recibo de la luz pero es probable que estén pesando más las pérdidas de empleo en esas actividades. Sea como sea, el tiempo se le viene encima: antes de 2019 deben estar cerradas las minas subvencionadas y los grupos térmicos que no rebajen sus emisiones. En 2030 culminarán los planes de cierre, ya que la comunidad internacional –a pesar de las reticencias de Alemania, Estados Unidos y China– ha adquirido el compromiso de alcanzar la neutralidad de emisiones entre 2050-2100 y para conseguir ese objetivo es necesario marcar el camino de la descarbonización.

El asunto tiene un calado político extraordinario y afecta no solo al medio ambiente, sino también al empleo y a la estructura empresarial energética, de ahí que veamos tantos vaivenes accionariales, cuyas consecuencias finales se desconocen. Por todo ello es imprescindible que el equipo económico del Gobierno esté cohesionado y trabajando a tope en la reordenación del sector, sin limitarse a ver cómo se mueven miles y miles de millones de euros.

El relevo del ministro de Economía, Industria y Competitividad no es, en este sentido, una buena noticia, ya que puede generar vacíos o retrasos

El relevo del ministro de Economía, Industria y Competitividad no es, en este sentido, una buena noticia, ya que puede generar vacíos o retrasos. Para Mariano Rajoy es fundamental resolver bien este asunto y, de paso, valorar qué hace con Álvaro Nadal, titular de Energía y Turismo. No parece que las cosas vayan bien. Por eso Rajoy dice que quien sustituya a Luis de Guindos debe "saberse los temas".

Nadal está desconcertado. De la misma manera de un día es el paladín de la lucha contra el cambio climático, otro se comporta como el ferviente defensor del carbón español, causante del efecto invernadero, lo cual es incompatible. El Gobierno –no solo Nadal– debe aclararse y para eso será imprescindible conocer quién será el ministro de Economía, el principal interlocutor de España con el poder real de Bruselas.

En juego está el compromiso europeo de reducción de emisiones, que para España supondrá que las emisiones se limiten hasta un valor muy reducido, a sabiendas de que este objetivo solo se podrá alcanzar si el nuevo modelo energético pone en marcha simultáneamente las tres llamadas palancas de descarbonización.

Una palanca es el cambio de los vectores energéticos, como el consumo de productos petrolíferos -siempre que haya una alternativa viable-, por otros con menores emisiones, como el gas natural. Otra palanca es el desarrollo de un parque de generación eléctrica basado en energías renovables. Y una tercera palanca es la implantación de medidas de eficiencia para no desperdiciar energía en consumos innecesarios. @J_L_Gomez

La economía de la descarbonización. / natzone.org

La economía de la descarbonización. / natzone.org

 

Las renovables, al alza, y el carbón, a la baja

Con sus altibajos, las energías renovables son la carta ganadora a medio plazo, gracias al Acuerdo de París, que fija como un objetivo irrenunciable contener el aumento de la temperatura de la Tierra. Es verdad que la transición del modelo energético (2016-2030) contará con todas las tecnologías y energías disponibles pero no lo es menos que las renovables tienen el viento a su favor. El ritmo de inversión en energías para cumplir los objetivos de 2030 se prevé similar al alcanzado entre 2001 y 2012.

Los expertos coinciden en que prescindir prematuramente del carbón, la energía nuclear o los productos petrolíferos significaría poner en riesgo la eficiencia económica de la transición o la seguridad de suministro, pero el carbón tiene los días contados. Hay objetivos que deberían alcanzarse en 2030. Los coches eléctricos deberían suponer para ese año entre el 7% y el 10% del total. También aumentará el transporte de mercancías por ferrocarriles eléctricos y camiones que usen gas natural.

-------------- PROTAGONISTAS --------------

Mariano Rajoy, presidente del Gobierno.- España debe seguir dando los pasos necesarios para una mayor dependencia de energías limpias, pero no puede "suprimir el carbón de un día para otro", suele decir el jefe del Ejecutivo a propósito del proceso de descarbonización energética.

Luis de Guindos, ministro de Economía.- La política económica del Gobierno español en materia de renovables no siempre es coherente. Sus abruptos cambios de regulación generan incertidumbre y desasosiego cuando lo lógico sería impulsar las energías limpias y crear empleo.

Álvaro Nadal, ministro de Energía.- El hecho de que la planificación energética, de su competencia, se haya separado del cambio climático, en manos de la ministra Tejerina, podría ser contraproducente para cumplir con el Acuerdo de París y tomar en serio los compromisos adquiridos.

Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta.- Su pacto político con los presidentes de Asturias, Castilla-León y Aragón en materia de financiación autonómica, en principio coherente, podría tropezar en cambio con las estrategias de las otras comunidades ante la descarbonización energética.

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