Difícil cumplimiento de los objetivos de la Cumbre del Clima de París 2015

Cumbre del Clima en París. / Mundiario
Cumbre del Clima en París. / Mundiario

La celebración de la Cumbre del Clima de París ha conseguido un acuerdo firmado por casi 200 países, aunque no está tan claro conseguir que sea un éxito.

Difícil cumplimiento de los objetivos de la Cumbre del Clima de París 2015

Con unas navidades inusualmente cálidas cobra más actualidad el Cambio Climático, que de alguna manera está aumentando la temperatura media del Planeta; no es sencillo vincular científicamente los cambios acontecidos a lo largo de este invierno a una modificación del Clima (es un periodo demasiado corto) aunque sí hay suficientes indicios que nos confirman que el Cambio Climático es un hecho real.

El Protocolo de Kioto fue el primer gran acuerdo global para detener el Calentamiento Global, donde la UE lideró los esfuerzos a nivel mundial para frenar las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (G.E.I.) con la tibia colaboración de EE.UU y Rusia.

En este mes de diciembre se ha llegado por fin a un acuerdo para extender los compromisos de Kioto a nivel mundial, y casi doscientos países (entre ellos los más poblados) se pusieron de acuerdo en la Cumbre del Clima de París; este acuerdo pasa por un incremento de 2ºC a final de siglo, en el que la aportación de cada país es discutible y sólo funcionará si son capaces de “movilizar la inversión” por parte de “los mercados”.

En un primer análisis podemos estar contentos porque los 195 países presentes en la Cumbre admiten la existencia de un problema, el Cambio Climático, y que se reúnen con el objetivo de combatirlo aunque a diferencia de Kyoto ahora no se imponen objetivos por países, (por ejemplo la UE debería recortar entre 2008 y 2012 sus emisiones en un 8% respecto a las registradas en 1990) sino que establece un objetivo conjunto (ese incremento de 2ºC) y cada país tiene “libertad” para aportar sus recortes mediante programas nacionales. 

El principal problema de Kyoto es que sólo se involucraron los países que generaban un 10% de las emisiones de G.E.I. sin embargo a este nuevo acuerdo se incorporan todos los países industrializados, así como a China e India. Básicamente los países más desarrollados se comprometen a una gran movilización económica (100.000 millones de dólares al año a partir de 2020); este capital iría destinado a impulsar una economía colaborativa en la que los países con menos recursos apostarían por un desarrollo económico más ecológico, menos contaminante y cuyo fin es minimizar las emisiones de G.E.I. a lo mínimo posible.

Es muy pronto para analizar el acuerdo, y esperemos que no quede todo en buenas intenciones, no obstante parece difícil que el resultado sea real. El “éxito” de Kyoto se basó en que para la UE y Japón era necesario fomentar fuentes alternativas al petróleo, y un ciclo económico expansivo que facilitaba la apuesta por las renovables y la eficiencia energética, aunque con economías en recesión no parece clara esta apuesta. Al larguísimo horizonte temporal (el objetivo se marca a final de este siglo) se le añade que no existen cuotas obligatorias por países, sino que serán estos mismos los que propondrán sus propios objetivos; además la movilización económica de 100.000 millones de dólares está vinculada al desarrollo de una economía verde, donde parece muy difícil asegurar la rentabilidad para invertir en tecnologías más eficientes y menos contaminantes. 

En España (y por extensión en el resto de países de la UE) apostó claramente durante la primera década de este siglo XXI por recortar las emisiones en G.E.I., aunque el inicio de la Crisis Económica frenó todas estas inversiones, y de una forma más o menos velada volvió a la oleodependencia, mucho más barata a corto plazo. Las energías renovables, los combustibles alternativos y la eficiencia energética exigen elevadas inversiones, y un largo periodo de retorno; en una economía agresiva como la actual se buscan resultados a corto plazo, y no parece que los países emergentes (China o India) vayan a apostar por tecnologías más caras y poco competitivas a corto plazo; EEUU o Rusia son países con elevados recursos petrolíferos y tampoco es para ellos prioritario el detener las emisiones de G.E.I. y sólo Japón o la Unión Europea son países a los que estratégicamente les interesa la apuesta por una economía más ecológica; otros como los insulares y con kilométricas costas no son significativos a nivel mundial, por lo que poco podrán aportar a este fondo internacional.

Esperemos por tanto a ver cuál es el resultado, cuáles son las siguientes herramientas que se adoptarán para desarrollar el acuerdo y  cuál será el significado de esta Cumbre, pero todo apunta a que son muchas las incertidumbres que amenazan el éxito de la Cumbre de París.

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