Simeone le pintó la cara a Luís Enrique y el técnico asturiano ni se enteró

Luís Enrique hizo un planteamiento mediocre y especuló demasiado.
Luís Enrique hizo un planteamiento mediocre y especuló demasiado. / RRSS

Porque cuando un equipo con menos calidad gana al mejor, el técnico que pierde con mejores cartas que el adversario es el mayor responsable de la debacle.

Simeone le pintó la cara a Luís Enrique y el técnico asturiano ni se enteró

Hoy se ha celebrado el sorteo de semifinales de la Champions. Y el mejor equipo de la última década en Europa no estaba. El FC.Barcelona no figuraba entre los cuatro supervivientes de la máxima competición continental de clubes. Y eso se debe al mérito de Simeone y su equipo, un magnífico y batallador Atlético de Madrid, pero en gran parte también es el resultado de la mediocridad de Luís Enrique como técnico blaugrana.

Porque cuando un equipo con menos calidad gana al mejor, el técnico que pierde con mejores cartas que el adversario es el mayor responsable de la debacle. Es como si un jugador de póquer pierde con un trío de ases en el flop porque deja llegar a su oponente al river y éste le hace escalera. Y básicamente eso fue lo que ocurrió en el Calderón.

Es cierto que hay detalles en el fútbol que se escapan al dominio de los entrenadores, como el rendimiento de los jugadores cuando tienen un mal día, algunas decisiones arbitrales o el factor suerte que, dicho sea de paso, es bastante importante también. Pero eso no es excusa cuando el entrenador rival te da un soberano repaso estratégico y táctico. Y menos aún cuando en el partido de ida ya te ha enseñado la estrategia con la que va a enfrentarse a tu equipo. Porque en el partido de ida en el Camp Nou, en los minutos que precedieron a la expulsión de Fernando Torres, Simeone ya dejó entrever cómo jugaría la vuelta. O al menos el profano y simple aficionado que escribe así lo entendió.

Simeone ya empezó a ganarle el partido a Luis Enrique en la pizarra.

El Cholo Simeone, teniendo en cuenta que en la mencionada fase del partido de ida, en ese intérvalo de diez o doce minutos escasos, el Atlético dominó, marcó un gol y dispuso de dos ocasiones más, evidentemente optó por insistir en esa fórmula. Algo completamente lógico y de sentido común. Un planteamiento sencillo pero al mismo tiempo eficaz. Algo tan simple como un sistema 4-5-1 para crear superioridad en el centro con cinco centrocampistas frente los tres del sistema 4-3-3 del FC.Barcelona, Busquets, Rakitic e Iniesta. Una estrategia básica y elemental contra ese sistema del tridente blaugrana. Porque si los tres centrocampistas del Barça están en inferioridad numérica y no dominan el centro, difícilmente a la MSN le pueden llegar balones en condiciones favorables. Y eso se demostró en el partido de ida cuando Simeone retrasó a Griezmann y pasó de un 4-4-2 a un 4-5-1 con la eficacia probada. Por eso era más que previsible la entrada de Augusto en el once como ya vaticiné antes del inicio del partido en el Calderón. Porque además Torres estaba sancionado y la única garantía de gol disponible era Griezmann para que ocupara la vanguardia del ataque como único punta, al que se encargarían de asistir también desde las bandas dos buenos llegadores como Saúl y Carrasco. Y con una presión alta de inicio para favorecer la presión y el robo de balón en campo contrario porque la necesidad de remontar la eliminatoria y marcar así lo exigía también. Una estrategia y una disposición táctica muy previsible, lógica y sencilla. La única fórmula posible para que el Atleti pudiera poner en aprietos a un equipazo como el Barça. El equipo del mundo con más talento y calidad, de largo, de medio campo hacia adelante. 

Una estrategia que, como todas, tiene una contra-estrategia para intentar contrarrestarla con más o menos éxito dependiendo, eso sí, de la inspiración y el talento de los jugadores en ese partido, y del factor suerte de que el balón entre o no. Y la única forma de superar esa presión inicial alta y esa superioridad en el centro del campo del equipo colchonero, porque otra vez la lógica y el sentido común así lo indican, era que el Barça debía tocar y salir con rapidez, alternando desplazamientos en corto y en largo para crear desajustes defensivos y propiciar algún buen contraataque, para desconcertar al rival y hacerle dudar sobre si adelantar líneas o no en determinados momentos. Incluso retrasando a Messi para que pudiera ayudar en ese sentido en el centro bajando a recibir y arrancando o distribuyendo desde esa zona. En definitiva, para tener llegada al área rival, para que el balón se juegue arriba que es donde el Barça tiene la calidad y marca las diferencias, para que el rival no domine el centro del campo toda la primera parte con tanta comodidad, para que el Atleti no pudiera volcarse tanto en ataque al principio y sobre todo, algo que el genio de Johan Cruyff hacía a las mil maravillas, para provocar el error del rival. Para darle al Atlético de Madrid la opción de poder equivocarse, aprovechar ese error y sentenciar la eliminatoria.

El planteamiento de Luis Enrique no estuvo a la altura de un partido de esa trascendencia.

Pero en vez de eso Luís Enrique se limitó a ordenar a los suyos que tocaran y tocaran atrás durante más de media hora de la primera parte. Para desgastar físicamente al rival que era el que estaba obligado a presionar para remontar el marcador adverso de la ida. Confiando en primer lugar en que su equipo no encajaría ningún gol. Y en segundo lugar en que el Atlético de Madrid, a causa de ese desgaste físico de su primera y segunda línea de presión, tarde o temprano cometería algún error. Un pésimo planteamiento inicial contra el Atlético de Madrid de Simeone y hasta diríase indigno y sonrojante teniendo en cuenta la filosofía y la historia de un club tan grande como el FC.Barcelona. En primer lugar porque si algo lleva demostrando varias temporadas el Atleti, es que física y defensivamente es quizá el mejor equipo del mundo. Los colchoneros de físico van muy sobrados y, por si en algún momento las fuerzas fallasen, además jugaban en casa ante una afición capaz de minimizar ese cansancio con su aliento desde la grada. Y en segundo lugar porque el error del rival hay que provocarlo poniéndolo en situaciones incómodas y apretándole un poco arriba, buscando la espalda a los defensores. Y al parecer, Luís Enrique debió pensar que ese error le llovería del cielo, como un regalo divino, como fruto de la recompensa a su lamentable y mediocre estrategia. 

Y por eso, polémicas arbitrales al margen que unas veces te dan y otras te quitan, el Atlético de Madrid es justo semifinalista de la Champions y el FC.Barcelona cayó eliminado. Porque la suerte, con frecuencia, sonríe al audaz y le es esquiva al cobarde. Y no hace falta decir quién es quién en esta ocasión, futbolísticamente hablando. @el_cholista

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