Murió Quini, famoso por sus goles y por su secuestro

Quini. / Sporting
Quini. / Sporting

El fútbol español pierde a uno de sus grandes goleadores. El mítico delantero asturiano murió de un infarto a los 68 años.

Murió Quini, famoso por sus goles y por su secuestro

Un fallo cardíaco cuando conducía, del que trató de reanimarle primero la Policía y posteriormente la dotación de una ambulancia, se ha llevado a Quini este martes por la noche. Los hechos ocurrieron en la cercanía de su casa, en el barrio gijonés de La Calzada. El sportinguismo –relata la web del club– llora el fallecimiento de su mito, de quien históricamente ha sido siempre su gran referente.

La máxima esencia del fútbol son los goles, precisamente lo que Quini representó en grado máximo. A ello añadió Enrique de Castro González (Oviedo, 23 de setiembre de 1949) un carisma arrollador que le ha convertido en una de las figuras más populares que haya dado Asturias a lo largo de los siglos XX y XXI. Independientemente de los colores de las camisetas que vistió, el concepto geográfico está perfectamente acuñado para quien, nacido en Oviedo y criado en Avilés, lideró en Gijón la época más brillante del fútbol asturiano a lo largo de su historia.

Erigirse cinco veces en máximo goleador de la Primera División del fútbol español, una de sus gestas 

Los datos que presenta son reveladores. Erigirse cinco veces en máximo goleador de la Primera División del fútbol español es gesta a la que sólo pueden aspirar verdaderas estrellas de la talla de Zarra (lo fue en seis ocasiones), Di Stéfano o Hugo Sánchez. A esta cifra añadió Quini la consecución de otros dos entorchados de máximo realizador las dos temporadas que jugó completas en la categoría de Plata. Todo un hito para el fútbol español y todo un mito para el asturiano. ¡Ahora, Quini, ahora!, se convirtió en el grito más coreado de la más espléndida época sportinguista, que se repite cada jornada en que visita otros campos de fútbol como delegado del Sporting.

Al igual que le había ocurrido en los inicios de los equipos por los que pasó, la selección española absoluta permitió pocas veces a Quini disfrutar de la libertad en el área contraria que ofrece llevar el número nueve a la espalda. Así fue como se le llegó a encomendar hasta labores específicas de marcaje, como ocurrió ante Alemania Federal, en Sarriá, donde su misión fue anular a Beckenbauer. Extraña tarea para un goleador que, no obstante, cumplió a la perfección. Nunca defraudó.

Desde su debut como internacional absoluto, con 21 años apenas estrenados (el 28 de octubre de 1970, ante Grecia, en Zaragoza), hasta su última actuación con la camisola nacional, (el 2 de junio de 1982, ante Alemania Federal, en Madrid) pasaron más de 12 años, que son contables, pero también una pléyade de magníficos futbolistas a los que sobrevivió y con los que compitió por un sitio en el primer equipo del país futbolístico (Arieta, Gárate, Quino, Marañón, Rubén Cano, Santillana, Roberto Martínez, Marianín, Dani, Clares, Pichi Alonso, Satrústegui...). Si discutible es que los seleccionadores no supieron sacarle el verdadero rendimiento a sus extraordinarios dotes goleadores, de lo que no cabe duda es que durante este período de tiempo fue el mejor rematador de la Liga española.

Fue internacional absoluto en 35 ocasiones, 9 amateur (campeón de Europa) y 1 sub-23.

Sea como sea, añade la web del Sporting, el palmarés internacional de Quini es admirable. Quini fue internacional absoluto en 35 ocasiones, 9 amateur (campeón de Europa) y 1 sub-23. Asimismo, ha disputado dos fases finales de la Copa del Mundo (Argentina-78 y España-82) y una Eurocopa de Naciones (Italia-82).

También es extraordinario su palmarés tanto con el Sporting como con el Barcelona. Como rojiblanco fue dos veces campeón de Liga de Segunda División (1969-70 y 1976-77) y una subcampeón de Primera (1978-79). También con el equipo rojiblanco logró cinco veces el título de máximo goleador: 2 en Segunda División (1969-70 y 1976-77) y 3 en Primera (1973-74, 1975-76 y 1979-80). Como barcelonista, además de otros dos títulos de máximo realizador (1980-81 y 1981-82), único jugador azulgrana que lo ha logrado hasta ahora en su dilatada historia liguera, sumó una Recopa de Europa (1981-82), dos copas del Rey (1981-82 y 1982-83), una Copa de la Liga (1982-83) y una Supercopa de España (1983-84), además de ser una vez subcampeón de Liga (1981-82) y otra de Copa del Rey (1983-84).  A lo largo de su carrera, desde juvenil, disputó un total de 940 encuentros y marcó un total de 545 goles.

25 días secuestrado

El derecho de retención había permitido a la afición rojiblanca disfrutar de los goles de Quini durante doce temporadas. Sin embargo, había impedido al jugador saborear otras glorias futbolísticas en un equipo de mayores posibilidades. El 9 de junio de 1980, en plena Eurocopa de Italia, Quini es traspasado al Barcelona por 80 millones de pesetas. Estaba cerca de los 31 años.

Apenas tarda unos meses en acoplarse al club y a la ciudad cuando Quini se convierte en un ídolo para la afición azulgrana, que celebra alborozada una gran remontada que coloca a los culés a las puertas del título de Liga. Sin embargo, una noticia conmociona no sólo a los barcelonistas, sino también a todo el universo futbolístico: Quini acababa de ser secuestrado.

Durante 25 días estuvo privado de libertad hasta que fue liberado por un cuerpo especial de la Policía en Zaragoza. Todavía con el rostro marcado por el encierro y con los ojos vidriosos por la tensión vivida, tuvo la generosidad de perdonar a sus secuestradores. Cuatro temporadas actuó Quini en el club catalán, donde se ganó el respeto, la admiración y el cariño de los barcelonistas, que nunca le han olvidado.

Tiene 34 años y la sensación de que el fútbol todavía no puede haberse terminado para él. El Oviedo, entonces en Segunda División, le ofrece un contrato, que puede ser el último de su carrera. Un contrato, pese a la categoría en la que milita el equipo azul, con muchos números, con muchos millones de pesetas. Pero tiene muy claro que si sigue en activo sólo puede ser para retornar a El Molinón. Quini volverá a vestir la camiseta rojiblanca durante otras tres temporadas más. Ya no es un chaval, pero actúa con el ánimo contagioso de un juvenil y continúa hasta el último día dando clases de su oficio de goleador que nunca ha olvidado.

Abandonado el fútbol, Quini tuvo la humildad de trabajar como comercial, hasta que definitivamente el Sporting le pidió su regreso al club para convertirse en el delegado del primer equipo, labor que ahora ejerce con ejemplar dedicación, en un doble trabajo: el de delegado y el de ser Quini, porque allá donde va es requerido para una fotografía, un autógrafo o para un abrazo que nunca niega.

Quini, operado por dos veces en los últimos años de un cáncer, siguió goleando. Lo hizo a una enfermedad que le ha restado salud, pero que nunca ha logrado arrebatarle la sonrisa. Día a día, Quini siguió impartiendo clases de cómo enfrentarse a las adversidades. Se convertió en un catedrático que entregó su ejemplar impronta a los más jóvenes, a los que les muestró cuantas veces tuvo oportunidad de ello, que el deporte es un vínculo de satisfacción y que nunca hay que dejar de luchar, porque en el empeño de cada uno está la capacidad de conseguir el logro. "Por todo ello, no sólo por sus goles, Quini se merece el cielo", concluye la web oficial del Sporting de Gijón. @mundiario

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