El Mérida, con 9.500 espectadores en 3ª, saca los colores a la Primera División

Estadio Romano de Mérida el pasado domingo
Estadio Romano de Mérida el pasado domingo

La categoría de oro del fútbol español está sufriendo en esta temporada 2013/14 la cuarta campaña consecutiva con descenso en el número de espectadores que acude a los estadios.

El Mérida, con 9.500 espectadores en 3ª, saca los colores a la Primera División

Horarios y días intempestivos, precios en ocasiones abusivos y saturación de encuentros a lo largo de la semana han generado un cóctel, si no mortal, sí preocupante para los intereses de los aficionados de los clubes de Primera División en España. Durante esta temporada 2013/14, la categoría de oro del fútbol nacional está sufriendo por cuarta campaña consecutiva un descenso en el número de espectadores que acude a los estadios para respirar la verdadera esencia del fútbol.

 

Campos habitualmente a medio gas como el Alfonso Pérez en Getafe o Son Moix en Palma de Mallorca suponen la 'cara b' de un producto con un envoltorio de lujo en el que no faltan los reclamos de Cristiano Ronaldo o Lionel Messi, adalides actuales del fútbol español en el panorama (y en el mercado) internacional.

 

En medio de la que podríamos definir como crisis de identidad de la Liga española, aparentemente más preocupada de la rentabilidad monetaria que de mantener vivo el gusanillo del fútbol en generaciones venideras (y esto último se consigue en los estadios), la ciudad de Mérida se ha erigía este pasado domingo como el oasis para la esperanza de los que creemos que el verdadero fútbol no es ver, sino estar.

 

El Mérida Asociación Deportiva, nieto legítimo del histórico Club Polideportivo Mérida que llegó a saborear las mieles de Primera División dos temporadas allá en los años 90 e hijo del Mérida Unión Deportiva, también desaparecido, ha dado el do de pecho. Este club del grupo XIV de Tercera División consiguió meter en el Estadio Romano a 9.500 personas el pasado domingo. Así, sin trampa ni cartón. No se trataba de un partido por el ascenso, ni siquiera se sorteaba un sueldo vitalicio entre los asistentes. El partido que enfrentaba a los romanos con el Badajoz C.F. (no confundir con el C.D. Badajoz de Regional Preferente, poseedor de la mayoría de la masa social en la capital pacense) era uno más de los treinta y uno que se habían disputado hasta el momento.

 

Ya desde el inicio de liga se vio que, en lo que al fútbol se refiere, éste no iba a ser un año cualquiera en la capital extremeña. La política de precios populares -entradas a partir de tres euros- y un proyecto definido con jugadores de amplia experiencia en categorías superiores parecen requisitos necesarios para alcanzar las cifras de un Mérida que venía arrastrando cada domingo entre 4.000 y 6.000 espectadores, números muy por encima de los de clubes de 2ª B e incluso 2ª. Sin embargo, son muchos los equipos en España que, cumpliendo con las mismas premisas, no consiguen arrastrar a la masa social local.

 

Aunque muchas veces dormitando, algunas ciudades tienen un gen intrínseco y recesivo que, cuando despierta, es capaz de lograr gestas de este tipo. Mérida lo tiene y no sólo merece un reconocimiento por sus 9.500 espectadores, sino por la actitud de una masa que supo crear un extraordinario ambiente de fútbol en una tarde para el recuerdo. Testigos de excepción, los miembros de una delegación de Diabos Vermelhos, del Benfica portugés, que optaron por pasar el domingo compartiendo grada con los emeritenses. Ellos serán los encargados de pregonar en Lisboa que en España aún existe fútbol virginal al margen del 'fútbol-negocio'.

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