Rinden homenaje al pintor cubano-canario Teodoro Ríos Rodríguez
Inauguran en la Sala de Exposiciones Joaquín Amigó, del Real Casino de Tenerife, con la muestra Retrospectiva, y obras pertenecientes a pinacotecas privadas.
Al cumplirse treinta años de su desaparición física, la obra indeleble de Teodoro Ríos Rodríguez (Cabaiguán, Cuba, 1917 – Santa Cruz de Tenerife, 1992), considerado uno de los mejores retratistas canarios del siglo XX, sigue siendo admirada y apreciada en toda su dimensión artística y humana.
Las palabras de presentación de la muestra Retrospectiva, que contempla solo retratos, pues también los paisajes y bodegones formaron parte de su producción artística, y que se podrá observar hasta el 4 de noviembre, estuvieron a cargo de Patricia Hodgson Ravina, vicesecretaria del Real Casino de Tenerife, de Gladis de León, Concejal de Cultura del Ayuntamiento de Santa Cruz, y de los hijos del pintor, cineastas hermanos Ríos.
Este evento ha servido para el reencuentro alegre y emotivo de familiares: sus tres hijos Teodoro, Santiago y Roberto, una hermana del pintor, María Esther, ya nonagenaria, cuyo retrato fue realizado en 1960, sobrinos, nietos, bisnietos y todos los amantes de su arte.
En esta muestra merecida puede apreciarse el trabajo minucioso, perfeccionista y sensible del pintor, que, nacido en Cuba, hijo de emigrantes de la isla canaria de La Palma, desde su niñez manifestó su interés en el dibujo por lo que su gran pasión fueron los colores y las formas.
El deseo de los seres humanos de verse reflejados a través de la interpretación de su propia imagen es una constante presente en todos los tiempos. El interés por el género del retrato radica en que se trata de una representación del individuo, de sus rasgos físicos y características psicológicas, y Teodoro Ríos, con su especial sensibilidad supo captar la personalidad de los seres retratados, y darle brillo a esta categoría artística.
DATOS DEL PINTOR
En 1929, sus padres y hermanos regresan a Canarias y se instalan en la isla de La Palma. En 1932, con quince años, Teodoro inicia sus estudios artísticos en la Escuela de Artes y Oficios de Santa Cruz de la Palma, estudios que continuaría años más tarde en el Círculo de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife bajo las enseñanzas del maestro acuarelista Francisco Bonnín.
En 1934 celebra su primera exposición individual en la Casa de la República de Santa Cruz de La Palma. Becado por el Ayuntamiento de esa ciudad, viaja a Madrid en 1935 para cursar estudios en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, pero la Guerra Civil Española aborta sus ilusiones. Ante la imposibilidad de proseguir su formación académica se convierte en un autodidacta que ante el desconocimiento de las técnicas, las encuentra en la búsqueda constante ante el lienzo.
Participa en la Primera exposición de Artistas de Tenerife en Madrid (1943) y en colectivas de acuarelistas en el I Salón de la Acuarela (1945), vinculándose desde entonces con este grupo, lo que explica su participación en la fundación de la Agrupación Española de Acuarelistas y en la Agrupación de Acuarelistas Canarios desde su primera exposición en el Círculo de Bellas Artes tinerfeño en 1947, año en el que una de sus acuarelas fue seleccionada para el Salón Internacional Hispano-portugués de la Acuarela.
Con su espíritu creador e inquieto, en 1949 regresa a Cuba y muestra parte de su obra en el Liceo de La Habana incluyendo 30 cuadros. Desarrolla en este periodo una gran actividad como retratista, -su obra de la escritora Dulce María Loynaz, y de la esposa del presidente de la república cubana Carlos Prio Socarrás, son emblemáticas- y se labra una gran reputación en esta faceta así como en la de pintura al fresco con los murales que le encargan para el Estado Mayor de la Marina de Guerra y el Hospital Nacional de la Habana.
Exhibe su obra pictórica en el Círculo de Profesionales de Camagüey y en el Centro Cultural Católico en el año 1953.
En 1954, participa en la Segunda Bienal Hispanoamericana de Arte celebrada en La Habana y se le premia con una distinción por su cuadro Refugio. Como compañero expositor aparece el que fuera otro gran pintor cubano-canario José Aguiar.
En 1959 retorna a Tenerife con su familia, y se incorpora de nuevo al panorama artístico con exposiciones individuales en el Círculo de Bellas Artes (1960, 1963,1966, 1972, 1990) y en otra instituciones como el Casino de Tenerife en 1983 y 1985, Sala Angaed (1991), etc., no permaneciendo indiferente ante la lucha entre lo nuevo y lo viejo, entre la tradición académica y las ideas vanguardistas, que tuvo lugar en el ambiente artístico de las islas, respondiendo irónicamente con la serie "Emancipaciones Plásticas" mostrada en el bohemio Café El Águila de Santa Cruz de Tenerife durante los carnavales de 1962.
Continuó su relación con la Agrupación Acuarelistas Canarios con los que expone en Puerto Rico en 1968 – en 1978 entró a formar parte de la Academia de Artes y Ciencias de ese país– de la que fue Vicepresidente en 1981, hasta su fallecimiento en 1992, recibiendo homenaje póstumo de esa Agrupación en el Círculo de Bellas Artes y una magna exposición en los salones de La Recova en 1993, organizada por el Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife como reconocimiento a su trayectoria.
Actualmente su nombre figura en una calle de Santa Cruz de Tenerife cercana al lugar donde residió, Paseo Pintor Teodoro Ríos.
Los lectores de MUNDIARIO que deseen profundizar en la obra de este pintor pueden visitar la página de Facebook dedicada a su memoria:
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