La naranja mecánica, la película prohibida que 50 años después aún estremece

Alex Delarge. / La naranja mecánica
Alex Delarge. / La naranja mecánica
La Seminci de Valladolid trajo a España este transgresor filme de Stanley Kubrick en el que la ultra-violencia, la violación, Beethoven y una cruel sátira política y social son los ingredientes del éxito.
La naranja mecánica, la película prohibida que 50 años después aún estremece

Cuando el 19 de diciembre de 1971, Stanley Kubrick estrenó en cines de Estados Unidos y Gran Bretaña su novena película, La naranja mecánica, lo hizo por vez primera bajo la calificación X (lo que ahora se conoce como cine pornográfico, pero antes se utilizaba dicha letra para restringir la entrada en las salas a los menores de edad, además de avisar de que lo que se iba a visionar era altamente atrevido). El éxito fue tal que cuando llevaba 61 semanas en cartelera, ¡61! el propio director solicito a la productora, Warner, que la retiraran de cartel. La fama del film iba en paralelo a la fama que adquirió el director por haberse atrevido a rodar semejante obra salvaje, de estética british en cuanto a los personajes, y vanguardista en cunato a la decoración. La mujer de Kubrick llegó a declarar en el documental Stanley Kubrick, una vida en imágenes (2001) que su casa era asediada por fanáticos de la película y que necesitaban, para volver a la normalidad de la vida familiar, que el filme se retirase de los cines.

En España, las aventuras y desventuras del joven Alex Delarge, no serían vistas hasta cuatro años después y lo hizo, ni más ni menos, que en uno de los festivales de cine más longevos y prestigiosos del panorama nacional, la Seminci de Valladolid.

En Pucela siempre hemos sido muy cinéfilos, en general, por lo que no fue extraño que una película prohibida por la dictadura española y vetada en varios países europeos por su ultraviolencia, además de tan extraordinariamente atrevida, incluso 50 años después, llenase las salas vallisoletas durante aquella Seminci.

Cartel original de ‘La naranja mecánica’, junto a las cola de espectadores de Seminci en el teatro Carrión en su primera proyección en España. : Seminci

Cartel original de ‘La naranja mecánica’, junto a las cola de espectadores de Seminci en el teatro Carrión en su primera proyección en España. / Seminci

El Festival programó dos sesiones, una en los desaparecidos cines Coca y otra en el teatro Carrión. “La expectación que se levantó fue enorme y todos los universitarios de Valladolid, Madrid y otras ciudades querían verla y solo podían hacerlo en el Carrión, ya que el Coca estaba cubierto íntegramente con los abonados. La gente hizo cola durante más de 24 horas y se organizó muy bien, por turnos, ya que habíamos acordado vender solamente dos entradas por persona”, explica Carmelo Romero, el por entonces director de la Seminci. ¿Se imaginan algo así en la actualidad? Impensable.

Pero dicho estreno no fue fácil. Tal y como cuenta Jesús Antonio López en el maravilloso libro La Naranja Mecánica. El libro del 50 aniversario, editado por Notorious Ediciones: “Warner acordó el pase de la cinta en la Seminci, pero al enterarse Kubrick del asunto, y entendiendo que un festival dedicado al cine de valores religiosos – como hasta hacía apenas dos años había sido la Seminci – no era el más idóneo escenario para su película”. Kubrick se negó a que fuese estrenada pero algunas pequeñas tretas de Carmelo Romero, incluyendo una mentirijilla (aseguraron al director que se estrenaría en la Universidad en vez de en los cines Coca y Carrión), consiguieron la autorización de Kubrick. Ya habrán entendido que la película se proyectó tal y como había dispuesto el director de la Seminci, Carmelo Romero, en los cines, con llenazo total.

Kubrick se negó a que fuese estrenada en la Seminci, pero algunas pequeñas tretas del director del festival por aquel entonces, Carmelo Romero, incluyendo una mentirijilla, consiguieron la autorización del cineasta.

La sesión comenzó con el cine abarrotado y fuerzas policiales en los pasillos por si era necesario controlar alguna actitud subversiva del público. “A la mitad de la proyección me llamó la policía. Me dijeron que había habido un aviso de bomba en el teatro. Yo dije: ‘Mire usted, bajo mi responsabilidad no se para la película’. Ahora no creo que lo hubiera hecho, pero la inconsciencia de la juventud y un sexto sentido me hicieron decidir aquello”, añade Carmelo Romero. Decisión acertada ya que no hubo ninguna bomba.

Y 50 años después...

Este sábado 23 de octubre arranca la 66 edición de la Seminci y contará con la presencia de Malcolm McDowell, el actor que interpreto a Alex Delarge, el personaje menos empático que podamos haber visto en pantalla. Nacido de la mente del escritor británico Anthony Burgess en 1962, es el protagonista de la novela A clockwork orange. Un chico de 15 años que dedica sus días a sus perversiones y las de sus amigos que, básicamente consisten en asesinar, robar y violar.

Aunque McDowell tenía 25 años cuando interpretó a este despiadado personaje de burlesca sonrisa inolvidable, no fue un handicap, incluso le proporcionó al personaje un mayor sadismo que un rostro más inocente no atesoraría.

El actor acude a Valladolid para presentar el documental La naranja prohibida, una producción original de TCM dirigida por Pedro González Bermúdez que reconstruye, precisamente, los acontecimientos que rodearon al primer pase público de la película de Stanley Kubrick en España, celebrada en medio de una gran polémica en la 20 edición de la Semana Internacional de Cine de Valladolid en el año 1975.

Está sátira al sistema político, ultraviolenta y con escenas sexuales de alto voltaje, se adentra en la terapia del reflejo condicionado cuyo fin es el control de la conducta pero, sobre todo, alberga una pregunta eterna: ¿el ser humano es bueno o malo por naturaleza?

Qué cuenta La naranja mecánica

La película, ultraviolenta y con escenas sexuales de alto voltaje, se adentra, además, en la terapia del reflejo condicionado cuyo fin es el control de la conducta, pero lo hace a través de un método ficticio llamado Ludovico y que veremos en la segunda parte del film con el ya mítico aparato que mantenía los ojos del personaje Alex abiertos de par en par mientras veía en bucle secuencias de violencia. Por cierto, aquel joven McDowell sufrió problemas en la cornea debido a aquel artilugio y a las sucesivas tomas de esa escena (hay que explicar que Kubrick era un obseso de las tomas. En la escena del escupitajo del educador social a Alex en comisaría, el actor que interpretaba al Sr. Deltoid se quedó sin saliva de tanto repetir. Fue otro actor quien escupió finalmente a Alex).

Alex Delarge sometiéndose a la técnica Ludovico. / La naranja mecánica

Alex Delarge sometiéndose a la técnica Ludovico. / La naranja mecánica

Aunque la versión original del libro de Burgess cuenta con un final feliz conocido como “Capítulo 21” donde el protagonista es consciente, al fin, del daño que hizo y decide hacer el bien, este capítulo jamás fue leído por Kubrick. ¿Motivo? La novela, para poder ser vendida en EE UU, el editor puso unas condiciones a Burgess: eliminar dicho capítulo. El escritor aceptó con tal de ver su obra publicada en los Estados Unidos de América. Por tanto, la frase promocional del film en aquellos años 70: “Las aventuras de un joven cuyos principales intereses son la violación, la ultra-violencia y Beethoven”, resumen perfectamente de inicio a final la violencia adolescente de esta película que es, también, una satírica al sistema político y social pero sobre todo, alberga una pregunta eterna: ¿el ser humano es bueno o malo por naturaleza? @opinionadas en @mundiario

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