Benjamín Itaspes (IX)

Santiago de los Caballeros, en Guatemala. / Flickr
Santiago de los Caballeros, en Guatemala. / Flickr
Itaspe huye de San Salvador ante la llegada del golpista Carlos Ezeta  con rumbo a Guatemala en donde el Presidente Barrillas lo recibe dándole un puesto en el diario y por último parte  hacia Costa Rica. / Relato literario.

Itaspe decidió huir hacia Guatemala en un vapor que salía por el puerto de ¨La Libertad¨, pero en el camino alguien le salió al encuentro diciéndole que el general Ezeta deseaba fuera a verlo en el Cuartel de Artillería. Cruzaban patrullas por la calle, unos soldados cargaban unas cajas de dinero. Una hora después Itaspe se encontraba en el Cuartel de Artillería que se encontraba llena de soldados heridos y ebrios. Al poco rato llega el general Ezeta ebrio rodeado de su Estado Mayor y cuando mira a Itaspe le dice que se entienda con no sé quién para asuntos de publicidad sobre el estado de las cosas. Itaspe sin embargo se sale del Cuartel e inicia sus preparativos para salir rumbo a Guatemala no sin antes dejarle una carta al nuevo presidente en donde le explicaba que un asunto de gran urgencia lo obligaba a salir repentinamente, pero que pronto regresará para ponerse a sus órdenes.

Al llegar al puerto ¨La Libertad¨, se encontraba todavía en el hotel cuando el comandante del puerto apareció diciéndole que por orden superior le estaba prohibida la salida del país. De inmediato realizó una gestión por telégrafo antes que el vapor partiera rogándoles a varios amigos se interesasen por Ezeta y hasta recurrió a  la buena voluntad masónica del doctor Rafael Reyes íntimo amigo del improvisado presidente. Cuando el vapor estaba por zarpar el comandante del puerto recibe la orden de dejarlo ir, aunque ya le habían puesto a un agente de seguridad, Mendiola Boza, de origen cubano para recoger sus impresiones sobre los últimos acontecimientos, Itaspe se mostró durante todo el viaje Ezetista convencido en la entrevista y el hombre lo creyó a no lo creyó lo cierto era que había cumplido con su misión.

Al llegar a Guatemala se dio cuenta que la guerra estaba por estallar entre en este país y El Salvador, Barillas había mantenido sus buenas relaciones con el presidente Menéndez y tenía sus razones para creer que con Ezeta las cosas cambiarían y se aprovecharía de la antipatía tradicional entre guatemaltecos y salvadoreños.

Cuando Itaspe llega al hotel un oficial se presentó a decirle que el presidente Barillas lo estaba esperando. La ciudad estaba conmocionada y cuando llegó a palacio presidencial escuchó decir ¨ porque señores el que quiera comer pescado que se moje el C …¨ El presidente estaba rodeado de notables, estaba agitado y cuando lo miró le dijo -¨vamos a ver es usted uno de los que andan diciendo que el general Menéndez no fue asesinado¨,- señor presidente- le dijo Itaspe frunciendo el ceño- yo acabo de llegar, no he hablado aún con nadie, pero le puedo asegurar que no fue asesinado,- en los ojos del presidente brilló la cólera. ¿Usted no sabe que tengo en penitenciaria a los propaladores de esa falsa noticia?- señor- insistió Itaspe – esa noticia no es falsa el general Menéndez no ha sido asesinado sino que ha sufrido un ataque cardiaco. Pero sino ha sido muerto por espada o bala la ingratitud e infamia del general Ezeta lo ha matado- Agregó Itaspe-  se puede decir que es un verdadero parricida, porque el presidente lo quería como a un hijo… e Itaspe se extendió sobre el particular, el presidente le escuchó sin inmutarse. Está bien vaya y escriba eso- le dijo- que aparezca mañana mismo. Y véase con el Ministro de Hacienda y de Relaciones Exteriores.

Regresó rápidamente a su hotel y escribió los sucesos del 22 de junio de 1890 con el título de ¨Historia Negra¨ que en ocasión oportuna reprodujo ¨La Nación¨ de Buenos Aires. El escrito causó gran impresión y más tarde supo que Carlos Ezeta y su hermano decían de él -que si alguna vez caía en sus manos no saldría vivo-. Y pensar- decía Carlos Ezeta al ministro de España- que yo hubiera hecho rico a Itaspe sino comete el disparate de ponerse en mi contra-.

La verdad que Itaspe estaba contento con su decisión y sentía repugnancia de adherirse al círculo de los traidores, aunque eso sonara un poco romántico y poco práctico.

En Guatemala se le hizo director y propietario de un diario oficial. Para Itaspes el presidente era un tirano más de Centroamérica. Barillas- decía - se apoyaba en su poderío militar, tenía cierta cultura y excelentes rasgos de generosidad y de rectitud, pero es un tirano-. Uno de sus ministros- continuaba diciéndome-   Ramón Salazar era un literato notable de educación alemana y tenía más valía que cualquier otro en el poder. La guerra continuó pero concluyó felizmente y el poder de Ezeta se afianzó mediante el terror. Yo por mi parte- me dijo Itaspe- continúe en el diario y lo convertí en un periódico semi oficial, en una especie de cotidiana revista literaria.

Itaspe mientras permaneció en Guatemala frecuentaba al intelectual más importante que ha venido de España Valero Pujol-decía él-.  Tenía además una batería de colaboradores entre ellos a un joven simpático Enrique Gómez Carrillo, otro era José Tible Machado que escribía páginas a lo Bourget quien después llegaría a ser un diplomático y redactor de ¨Le Gaulois¨ de Paris y de otros diarios. Itaspe hizo lo que pudo de vida social e intelectual en Guatemala, pero debía de concentrar sus energías en su mujer y completar su compromiso con el matrimonio religioso. Su padrino de boda fue el doctor Fernando Cruz, quien murió como ministro en Paris.

Conoció en Guatemala a un conocido militar el general Cayetano Sánchez. Una noche de luna – me decía circunspecto - fui invitado a un baile en donde se sirvieron platos criollos, vinos, alcoholes y demás placeres. Exaltados sobre las fortificaciones se les presentó el general Cayetano y señalándole un cañón les dijo vamos echar abajo una de las torres de la catedral y ordenó que preparasen el tiro, unos soldados como autómatas de inmediato le hicieron caso. Cuando el general se preparaba para realizar el disparo, al poeta Palma se le ocurrió una genial idea diciéndole, -bien Cayetano pero primero vamos a improvisar unos versos sobre el asunto- e hicieron traer más cogñac y entre verso y verso fueron apagando la emoción del general hasta que este se quedó dormido y de esa manera Guatemala se libró de un ataque de medianoche a la catedral por el  general Cayetano Sánchez quien tuvo un triste final.

Otro de las anécdotas que Itaspe nunca olvidó fue el hecho de infidelidad ocurrida a la mujer de un extranjero cuyo amante era el hijo de uno de los magistrados más reconocidos de Guatemala, una noche el marido de la infiel escuchó ruidos, el amante se encontraba oculto en el comedor y cuando fue sorprendido el marido se le lanzó encarnizadamente con un puñal matándolo. Fue capturado por la policía y al poco tiempo se le facilitó la fuga. Años después reducido a la pobreza se le encontró cosido a puñaladas en un banco de un paseo en los Estados Unidos.

Al terminar de decirme esta anécdota Itaspe se quedó pensativo, es que  ya no se acordaba  porque motivo dejó de publicarse su diario-revista literaria en Guatemala; aunque a decir verdad tenía una vaga idea de lo ocurrido cuando se acordaba de sus bohemias con el poeta Palma. Lo cierto que con el cierre del diario partió con su esposa a Costa Rica, considerada para Itaspe una de  las ciudades más encantadora de Centroamérica, porque en ella se encuentran –decía él hiperbólicamente- las mujeres más bellas de la América Central, además que su sociedad está europeizada y norte americanizada. @mundiario

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