Clangor: 25 aniversario del atentado que supuso el broche final de la movida

El atentado en Clangor visto por el fotoperiodista Manuel Blanco, entonces en El Correo Gallego.
El atentado en la discoteca Clangor visto por el fotoperiodista Manuel Blanco, entonces en el diario compostelano El Correo Gallego.

Al cumplirse 25 años del atentado en la discoteca Clangor de Santiago, María Fidalgo Casares, una de las máximas especialistas en la movida, desvela datos poco conocidos.

Clangor: 25 aniversario del atentado que supuso el broche final de la movida

Al cumplirse 25 años del atentado en la discoteca Clangor de Santiago, María Fidalgo Casares, una de las máximas especialistas en la movida, desvela datos poco conocidos.

Este mes se cumple el 25 aniversario del sangriento atentado terrorista perpetrado por el Exército Guerrilleiro do Pobo Galego Ceibe (EGPGC) en la discoteca Clangor de Santiago de Compostela. María Fidalgo Casares (Ferrol, 1964), doctora en Historia y colaboradora de MUNDIARIO, desvela algunos aspectos poco conocidos del luctuoso episodio. Se trata de una de las máximas especialistas de la movida de los 80 y pionera de los estudios sociológicos sobre la movida en Compostela. Sus numerosas publicaciones revelan, entre otros aspectos, la importancia de Santiago como foco de irradiación del movimiento en Galicia y la singularidad de Clangor, local  al que denomina "el templo de la movida".

María Fidalgo Casares. / Mundiario
María Fidalgo Casares. / Mundiario

 

> MUNDIARIO ENTREVISTA A Mª FIDALGO CASARES

- ¿Cómo afectó este atentado a la sociedad gallega? 

- Galicia no estaba familiarizada con el terrorismo porque, aunque desde los años 70 los sectores más radicales del nacionalismo independentista habían impulsado  la creación de grupos terroristas a semejanza de ETA, lo cierto es que no habían tenido demasiado éxito. La noche en que se produce el atentado, el 11 de octubre de 1990, estudiaban en la ciudad unos 40.000 jóvenes. Los pisos de estudiantes carecían de teléfonos fijos, no existían los móviles y los colegios mayores y residencias tenían  las centralitas colapsadas, lo que provocó que en todos los puntos de Galicia se viviese una angustiosa jornada, con familias desesperadas que hacían miles de llamadas a organismos oficiales, centros hospitalarios y medios de comunicación para conocer el listado de víctimas.

- Algo terrible, según se desprende de su relato...

- Sí. Todos los que lo vivieron de una u otra manera lo consideran uno de los hechos más terribles de sus existencias. Aún hoy recuerdan con nitidez cómo sonaron las sirenas de las ambulancias toda la noche y que según algún testigo “dolían físicamente cuando pasaban”...  pero todo hay que decirlo fue un hecho luctuoso que tardó poco en cicatrizar socialmente porque se pasó página con celeridad, algo a lo que contribuyó en gran medida cierta laxitud de los medios de comunicación que pasaron casi a pies juntillas y sin profundizar ni investigar la verdad sobre el tema.

- ¿Fue el resultado tan devastador como un cuarto de siglo después todavía hay quien discute?

- Aparte de los daños económicos, que fueron muy cuantiosos, murieron los terroristas Juan Ignacio Villar Regueiro y María Dolores Castro Lamas, pero también la estudiante Mercedes Domínguez. Hubo 49 heridos, cinco de ellos graves, entre los que se encontraba Mónica, la mujer del  Fernando Pereira, el propietario del local. Muchos sufrieron secuelas irreversibles físicas y psicológicas. Pereira se salvó gracias a la protección de su cabina de discjockey. Es asombroso que todavía en determinados círculos de la órbita nacionalista/independentista se discuta su alcance porque se quiere minimizar el horror que supuso.

- Sus investigaciones difieren de la versión oficial.

- Si, mi teoría difiere de la “versión oficial” publicada entre otros medios por El País y niego la de los propios terroristas. En un comunicado que la Radio Galega  grabó días después del atentado, Manuel Chao, máximo dirigente del EGPGC y responsable de la bomba del chalet de Fraga, reivindicaba la acción y justificaba el atentado de Clangor por ser un centro de distribución de droga, algo que yo descarto totalmente. Sin lugar a dudas, el objetivo era una discoteca, pero no Clangor sino una de Noia, - localidad a 35 kilómetros de Santiago-, cuyo propietario había sido relacionado meses atrás con supuestas actividades de narcotráfico. Es más, el EGPGC llegó a reivindicar la colocación de un artefacto en esa misma discoteca de Noia, reivindicación absurda si no tuvieran pensado colocarlo allí.  Aunque parezca increíble, la detonación fue resultado del descuido de unos chapuceros irresponsables que “para hacer tiempo” en su camino a Noia pararon a tomarse una copa en Clangor, sin pensar en las fatales consecuencias. El detonador se activó como consecuencia de la vibración de una columna de sonido, y la bomba explotó.

- ¿Canglor no era entonces el objetivo?

- El EGPGC afirmó que el artefacto debía explosionar después de que los clientes abandonaran el local,  y que el imán de un bafle cercano a donde dejaron el dispositivo fue  lo que adelantó el reloj del mismo, pero estoy convencida de que mentían y la única razón que se me ocurre es que por no reconocer su ineptitud, destrozaron no sólo el negocio sino la respetabilidad de una persona, aunque afortunadamente y gracias a su prestigio, y a que todos sabían que en absoluto era un centro de distribución, su honorabilidad no se vio excesivamente afectada. Repito: la bomba no tenía como destino Clangor. Una vez estallada, los terroristas por no reconocer su torpeza  se inventaron que el local era un punto de narcotráfico. Para más inri tuve información confidencial de que un miembro de la banda podría haberse entrevistado personalmente con Fernando Pereira, propietario de Clangor, después del atentado  y en ese encuentro "juró y perjuró" que su local no había sido el objetivo, pero fue algo privado y sin repercusión, y jamás rectificaron.

- ¿Consiguieron su objetivo?

- No, al contrario, las brutales consecuencias les perjudicaron ya que hubo un gran rechazo a quienes lo hicieron y sus adláteres. Este grupúsculo era el eslabón de la cadena de fracasos protagonizados por grupos marginales que carecían del respaldo social que ETA tiene en aquel entonces en el País Vasco. De hecho, los  siguientes  amagos de importar el terrorismo a Galicia han sido prácticamente nulos.

- ¿Por qué ha declarado que hubo cierta inhibición en los medios  de comunicación?

- Habría que pararse a pensar cómo es posible que el mayor atentado terrorista de la historia de Galicia, junto al atentado de Irixoa, tuviera un trato tan superficial,  sobre todo y aunque suene despiadado, cuando además era tan "jugoso" desde el punto de vista informativo. Los medios de comunicación nacionales y autonómicos, pese a la gravedad del hecho, incidieron muy poco en ello, tampoco las televisiones que normalmente en temas de igual relevancia hacen especiales, reportajes y dedican horas de investigación. Carlos Ruiz Miguel considera que los medios han tendido a ocultar, en la medida de lo posible, la autoría de los ataques terroristas.

- ¿No cree que los medios no siempre tienen todos los medios, valga la redundancia?

- Pero lo extraño es que con el tiempo este oscurantismo continuó. Si lo comparamos con casos de otros muertos con violencia -sin hablar ya del caso Asunta- tuvo una dedicación mediática irrisoria. Jamás se aclaró el asunto ni se exculpó públicamente a Fernando Pereira. Del juicio a los terroristas, ni palabra, de hecho no existe ni un solo link en la red. Cuando la doctrina Parot liberó a una de las terroristas del grupo los medios pasaron por alto. Hace apenas cinco años se reservó  el Multiusos de Sar de Santiago para el homenaje a las víctimas, pero jamás se realizó. La convocatoria aún está pendiente del espaldarazo de la Xunta, que sigue resistiéndose a hacerlo...  Incluso el proyecto de la película que se planteó hace unos años y no se filmó entre otros motivos porque pudo ser boicoteada.

- ¿Cuál es el secreto?

- Si tengo que aventurarme a hipotetizar sobre las razones para este ninguneo, los indicios son claros. No se  quiere "herir  la sensibilidad de los nacionalistas" que tenían cierta empatía con el grupo terrorista y que por cierto nunca lo condenaron abiertamente. Todavía hoy en  webs del entorno siguen justificando el atentado y cuando se le pregunta a Manuel Chao Dobarro, hoy abogado en ejercicio y  reivindicador de la acción, se despacha con un vergonzante "Aquilo foi o que foi e xa está". Como tantas otras veces hemos visto en el terrorismo vasco, la consideración  a los terroristas se antepone al  recuerdo y homenaje de las víctimas. De hecho sí se realizó un homenaje a Juan Ignacio, uno de los terroristas que murieron en la explosión.

- ¿Por qué descarta tan contundentemente que Clangor fuera el objetivo?

- Clangor era el local más importante de la década de los 80, que por su rabiosa modernidad una vez terminada la movida continúa en pleno auge hasta el final de la década. Y sí,  puede que se consumieran drogas allí, era algo añadido a la noche compostelana, pero en Clangor no se hacía ni más ni menos que en otros locales. Hay que destacar que Santiago, pese a su intensa vida nocturna, nunca se distinguió por la excesiva proliferación de estupefacientes.

LOGO DE CLANGOR
Logotipo de Clangor. / Mundiario

 

- ¿Qué quiere decir exactamente?

- Los "camellos" de entonces hacían ronda por todas las discotecas y pubs. Y en el caso de que también visitaran Clangor, no tenían vinculación alguna con su propietario, una persona muy formada intelectualmente, ajena al mundo del narcotráfico y con una buena posición económica. Fernando Pereira había abierto la discoteca con apenas 22 años y durante la década, aparte de muy rentable, fue todo un referente nacional. Clangor era mucho más que un local de copas. Pereira regentaba la sala de una forma exquisita -como nunca se había visto-, una decoración de autor, con estética de aire Mod y Bauhaus, murales originales de Tomás Pereira, bebidas de calidad, música puntera que adquiría en Londres, una forma de pinchar distinta, conciertos selectos (Godfathers, Jonathan Richman, Golpes Bajos, Gabinete Caligari, Nacha Pop, Loquillo...) y un merchandising espectacular, aún hoy completamente reconocible. Los diseños transgresores de Fernando Pereira siguen vigentes, desde los identitarios posters como instrumento de movilización, al mítico logo blanquinegro de Clangor hasta su colección de cazadoras de cuero. Un  perfil de autor y de artista más que de  hostelero, que no casa con el de un empresario que saltándose la legalidad  busque a través del narcotráfico un rendimiento económico. Cuando se le acusó de narcotraficante, Pereira desmintió esta relación con una frase que sigue emocionando en el recuerdo de todos: "Sólo vendemos rock & roll".

- ¿Cómo encaja su reivindicación del papel de Santiago en la movida gallega, frente al hecho asumido de que fue Vigo la ciudad protagonista...? 

- En mis trabajos de investigación he demostrado la intensidad con la que vivió Santiago la movida, muy por encima de Vigo. Vigo fue la cuna de la movida y la ciudad que más aportó desde el punto de vista  musical y cultural, pero numéricamente afectó a muy pocos y la mirada de los vigueses se dirigía a Madrid (recuérdese el hermanamiento de las dos ciudades). Santiago vivió la movida de Vigo de una forma arrebatada, pero sobre todo, fue desde donde se exportó a toda Galicia… gracias a las peculiares características que la distinguían de las ciudades universitarias de toda España. Una conjunción espacio-tiempo que yo llamo la "ciudad burbuja" que se caracterizaba por una centralización universitaria con estudiantes que provenían todos los rincones de Galicia que vivían una cierta comunión mística, una aplastante predominancia numérica sobre el resto de los sectores de la ciudad,  incomunicación que posiblitaba la libertad absoluta de los estudiantes, ausencia de compromisos políticos adquiridos, una vivencia musical como bandera a reivindicar y un carpe diem irrepetible. En este panorama destacaron como catalizadores el vanguardista Número K y Clangor, “el templo de la movida”, que como he comentado fue mucho más que un local de copas.

- ¿Por qué este atentado marcó el fin de la movida?

- Los historiadores enmarcamos nuestros estudios en hitos o hechos destacados que cierren y abran los paréntesis de la historia. La movida ya había muerto en 1987  y su fin lo había marcado el famoso tren de hermanamiento Madrid se escribe con V de Vigo. Pero en Santiago la movida desaparece con el desmoronamiento de esa ciudad burbuja, producto de nuevo de varios factores que propician un cambio de usos radical.  La instalación de la TVG, la implantación de la gran masa de funcionarios de la Xunta, la construcción de nuevos barrios de servicios y la gran transformación en relación al relanzamiento del Camino, junto a la apertura de centros universitarios en provincias, la difusión de la movida a otras ciudades y una sociedad más abierta con la relajación de los roles autoritarios parentales. Todo ello desmorona la estructura y la singularidad de la ciudad burbuja.

- ¿Con Canglor a salvo?

- Clangor seguía siendo un sitio especial y por su originalidad pervivía allí ese espíritu ya casi "contra tempo” de la movida. Loquillo en su biografía "El Hijo del Nadie" lo recordaba como "El último fogonazo de la música libre española" y  definía al atentado como "El gran hostión, el instante en que nos despertamos del sueño".

- Malos tiempos para la lírica...

- Justo. Por fin muchos aceptamos que ya habían llegado los anunciados Malos tiempos para la lírica, letra inolvidable del himno existencial  cuyos acordes pocos saben que sonaron por primera vez entre las figuras blanquinegras de aquel templo de la movida, aquel espacio mágico. Y es que con la desaparición de Clangor de esa forma vil y sangrienta, Compostela despertó para siempre de aquel  increíble sueño de la “movida” y dejó de ser aquel paraíso de muchos que encontraron allí su identidad sintiéndose semidioses, dueños absolutos de sus vidas como nunca más lo volverían a ser.

- ¿Con qué se queda usted de todo aquello?

- Como testigo y protagonista  apasionada  de aquel tiempo, considero como Miguel Caride, autor de The Rebel, que el atentado de Clangor fue “El día que murió nuestra generación y  nació el mito”. Clangor traspasó la esfera de la memoria para permanecer con una nostalgia hiriente en los mundos de la emoción. Aquella  ciudad única en aquel tiempo único, aquella conjuncion mágica, quedó grabada a fuego en todos los que la vivieron para no irse jamás. Nunca la olvidaron porque no fue un capítulo, sino la parte más irrepetible de sus vidas, a la que jamás estarían dispuestos a renunciar.

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