Italia y Alemania: vidas paralelas en sus respectivos mundiales de fútbol (I)

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Selección de Italia en 1990.

Las selecciones de Italia y Alemania partían como claras favoritas en sus respectivos mundiales de 1990 y 2006. Pero no siempre sale todo como estaba previsto...

Italia y Alemania: vidas paralelas en sus respectivos mundiales de fútbol (I)

Italia y Alemania. Los eternos aspirantes. No hay competición en la que no se les incluya como favoritos. Son los clásicos en las fases finales. Estamos cansados de oír eso de “Italia no está bien, pero siempre será Italia y hay que contar con ellos”. Y en cuanto a los germanos, pues basta echar un vistazo a los últimos 30 años, a los que van desde su Mundial de 1974 hasta hoy. Diez campeonatos mundiales con un balance demoledor: 5 finales con dos campeonatos y tres subcampeonatos a los que hay que añadir otros dos terceros puestos. Es decir, que en los 10 últimos mundiales ha llegado a semifinales en 7. Ahí queda eso. No se quedan atrás los italianos en este periodo de tiempo: 2 títulos, otra final perdida y un par de presencias en semifinales. En fin, que lo de siempre, que Italia y Alemania siempre acaban estando ahí.

Y si ya de por sí son favoritas las dos selecciones, si encima ejercen de anfitrión en sus mundiales, este favoritismo les lleva a ser los principales candidatos al título. Lo que pasa es que no siempre salen las cosas como uno quiere…

Comencemos con Italia y su Mundial de 1990. Se presentaban los transalpinos con una selección bastante interesante. Con veteranos como Zenga, Baresi, Ancelotti o Serena a los que se añadían los jóvenes Maldini, Baggio y, como no, el sorprendente Schillaci. Comienza en un grupo asequible con Estados Unidos, Checoslovaquia y Austria, pero en el que no cabían descuidos. Y los italianos que comienzan con su típico juego: nada de florituras, marcar y guardar la ropa. Fruto de ello fueron las 3 victorias: dos por la mínima y solo una por dos goles. Eso sí, su puerta a cero, como corresponde a toda selección italiana que se precie. Cuatro goles a favor con dos del “Toto” Schillaci.

En octavos y cuartos el mismo guion: una selección que gana con lo justo y sin pasar excesivos apuros: 2-0 a Uruguay y 1-0 a una sorprendente Irlanda que se había colado en esos cuartos.

Y llegaron las semifinales. Hasta ese momento Italia había disputado todos sus partidos en un entregado Estadio Olímpico de Roma. Y las casualidades de la vida hicieron que el encuentro de semifinales lo disputasen en Nápoles ante la Argentina de un tal Diego Armando Maradona endiosado hasta la saciedad en la capital de la Campania. Esa semifinal comenzó a jugarse unos días antes con unas declaraciones precisamente del astro argentino en las que decía a los napolitanos que ahora los consideraban italianos porque su selección iba a jugar allí, pero que al día siguiente iban a volver a ser considerados ciudadanos de segunda para el resto de Italia. Nápoles se entregó a su dios e Italia perdió aquel partido en la tanda de penaltis. La secuencia del encuentro fue la habitual: gol de Schillaci y a esperar. Pero Caniggia, mediada la segunda parte empataba el encuentro. Y ya desde el punto fatídico, Donadoni y Serena que veían como Goycoechea detenía sus lanzamientos. Toda una decepción para Italia en su Mundial.

Ya en la final de Roma, el rival de Argentina fue Alemania, que se había colado desde la otra parte del cuadro. Se revivía la final de 4 años atrás en México. Sólo que ahora el resultado iba a ser otro. Los italianos no habían olvidado la afrenta de Nápoles y pitaron desde antes del inicio a los argentinos. Para la historia quedarán las imágenes de Maradona llamándoles de todo menos bonitos a los espectadores que silbaron con toda su energía el himno argentino mientras sonaba al inicio del encuentro Al final, un 1-0 para Alemania con un penalti transformado por Andreas Brehme muy discutido. Un penalti que el propio jugador alemán reconoció años más tarde en una entrevista en un diario español que “sencillamente no existió”. Maradona, por su parte, se encargó de echar más leña al fuego tildando de “farsa” la final y culpando directamente a la FIFA de la derrota argentina.

Italia, por su parte,  venció en un partido que fue de todo menos de consolación a Inglaterra y consiguió el tercer puesto. Daba lo mismo, ese Mundial que parecía encarrilado se les chafó cuando ya veían cerca la final. Fue Alemania la que se llevó ese campeonato. Una Alemania a la que 16 años más tarde le iba a suceder algo muy parecido a lo de Italia. Pero eso lo dejamos para el segundo capítulo de esta historia mundialista.

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