La agitación del mundo de hoy, el ruido que nos rodea y el predominio de imágenes que otros nos ofrecen, nos hacen mirar sin ver, oír sin escuchar y contemplar sin percibir.
No podemos ver lo que nos rodea porque no vemos lo que tenemos delante, estamos tan satisfechos de nosotros mismos que lo que pasa, pasa demasiado rápido como para ser percibido por la complacencia.