La prensa es, como dijo Arguedas, el termómetro con el que se mide el nivel cultural de una sociedad. Haría mucho bien si dejara de pervertir a sus consumidores con contenidos sin trascendencia.
En el pensamiento de los clásicos de la política están las líneas maestras, pero a ellas se deben añadir variantes y matizaciones fruto de nuestra propia realidad.
En Bolivia falta mucho llevar a cabo este ejercicio llamado pensar críticamente, espacialmente en espacios llenos de convencionalismos cómodos y miopes.
Además de a la historia política, el Colegio La Salle de La Paz estuvo ligado al buen periodismo boliviano, pues en julio de 1929 los alumnos lanzaron denodadamente su propio periódico: …
El discurso es redundante porque insiste siempre en lo mismo: hace una crítica ácida al populismo de izquierda, sin hacer lo propio a la crisis de ideas que persigue a los partidos de derechas.
Yo creo, junto con el lírico romano, que ningún extremo es bueno. Creo en lo saludable que puede ser el empequeñecimiento del Estado, pero no en su desaparición. Creo en la iniciativa privada…
¿Cuándo no han sido tiempos difíciles para los obreros de la información y la crítica? El buen periodismo, el que no es servil, siempre vivirá entre la espada de los unos y el dogal de los otros.
Se necesitan docentes firmes en la profesión de valores, sin que esto signifique adoctrinamiento, intolerancia ni nada parecido a lo que se hacía en la educación escolástica del Medioevo.
La serie Sociología boliviana contemporánea es un esfuerzo intelectual por historiar, de una forma ordenada y sistemática, las principales ideas sociológicas de Bolivia.
Bajo el cielo cetrino de la política boliviana, también están brotando ciertas flores. El periodismo, la cultura y la educación están desarrollándose sin los políticos.