Sigo sin entender la mitificación de Houllebecq, pues su última novela, Serotonina, me parece un reflejo de la herencia perniciosa que Roland Barthes ha dejado en la literatura.
Con los lectores de Callosa de Segura, Miguel Ángel Hernández reflexiona sobre la incertidumbre de escribir cuando la intimidad de quienes han sufrido una pérdida forma parte de la historia.
En El dolor de los demás , el autor murciano deja claro que una novela no soluciona nada, que la vida es jodidamente injusta y que simplemente las desgracias suceden.