Las lágrimas de Esperanza Aguirre no borran los hechos de corrupción

Esperanza Aguirre junto a Ignacio González. / RRSS
Esperanza Aguirre junto a Ignacio González. / RR SS

Cuando el interés propio y la ética entran en conflicto debemos tener esa fuerza interior que nos hace inquebrantables, por ello, esta élite carece de esa capacidad de dominarse.

 

Las lágrimas de Esperanza Aguirre no borran los hechos de corrupción

A esta clase política decrepita y egoísta que basa su política en las mentiras, el chantaje y el cinismo: no valen las lágrimas señora Esperanza Aguirre, la sociedad depositó su confianza y sus recursos para que usted vigilara y estableciera criterios de responsabilidad y buen gobierno. ¡Márchese!

Como se han marchado otros, sin ir más lejos la mano derecha de Pujol que estos días nos dice que se pagaban las comisiones del mercado. ¿De qué mercado? ¡Era dinero público! Y así sucesivamente, nos enfrentamos a una Elite desvergonzada que intenta zafarse la presión de la opinión pública contando medias verdades.

Como dice Peter Singer en Una vida Ética, “A diferencia de, digamos un manzano, que ha llegado a existir como resultado del plan de alguien, nosotros simplemente existimos, y el resto depende de nosotros”. Y por ello cuando el interés propio y la ética entran en conflicto debemos tener esa fuerza interior que nos hace inquebrantables, por ello, esta élite carece de esa capacidad de dominarse y se merece nuestra repulsa, nuestro agravio y decimos:

“Como Sócrates convenció a Glaucón y el resto de los atenienses presentes que, cualquiera que sea el beneficio que parece aportar la injusticia, sólo aquellos que actúan correctamente son realmente felices” Les acusamos, le acusamos a esta élite, distinguiendo como dice Kant: somos seres morales sólo en la medida en que subordinamos nuestros naturales deseos a los mandatos de la razón universal.

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